La gestión de la crisis del volcán
Una vez que la erupción del volcán islandés Eyjafjallajokull parece estar tocando a su fin -aunque tal y como advierten los científicos esta interrupción de la actividad podría ser sólo temporal- es un buen momento para evaluar cómo hemos hecho frente a una situación sin precedentes en el espacio aéreo europeo.
Tomar una decisión tan trascendente y con tantas implicaciones económicas y sociales como es cerrar un aeropuerto o limitar la capacidad de un determinado sector del espacio aéreo, con información que cambia cada 6 horas y cuya evolución está, literalmente, a merced de los vientos, es extremadamente complejo. El principal objetivo de AENA en la gestión de esta crisis ha sido, en todo momento, minimizar el impacto sobre los pasajeros y las compañías aéreas, garantizando siempre la máxima seguridad de las operaciones.
Para ello, se ha trabajado en diversos frentes. Para empezar los cierres de aeropuertos no han durado nunca más de lo estrictamente necesario, aunque ello haya significado cerrar y abrir los aeropuertos al tráfico aéreo en cortos periodos de tiempo. La coordinación con las aerolíneas y las compañías de handling ha sido fundamental para garantizar al pasajero el mejor servicio y la mejor información posible.
En el ámbito de la navegación aérea se ha trabajado en estrecha colaboración con Eurocontrol para aplicar los acuerdos adoptados por los ministros de Transportes de la UE, que decidieron basar sus decisiones de restricción del espacio aéreo en los mapas que publicaba Eurocontrol, con la información proporcionada por el Centro de Aviso de Cenizas Volcánicas de Londres. En esos mapas se determina una zona -aquella en la que la concentración de cenizas excede a las tolerancias- en la que Eurocontrol prohíbe volar; también se define una segunda zona, en la que la concentración de cenizas es menor y en la que la decisión de autorizar o no los vuelos es de los Estados miembros, y una tercera zona libre de cenizas y, por tanto, de restricciones.
A raíz de las pruebas realizadas tanto por las compañías como por los fabricantes, Eurocontrol decidió el 10 de mayo de eliminar de sus mapas la franja de seguridad de 60 millas alrededor de la zona de mayor concentración de cenizas en la que hasta entonces también se restringían los vuelos, ampliando así el área en la las compañías aéreas podían operar.
En el caso de España, el Ministerio de Fomento constituyó una Comisión de Coordinación con todo el sector y la industria aérea para hacer frente a los efectos de la nube de ceniza volcánica en el espacio aéreo español y en la red aeroportuaria de AENA. También se ha llevado a cabo un importante trabajo de investigación y análisis por parte del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), que ha realizado vuelos de prueba para la captación de datos de contaminantes en la atmósfera. Fruto de esta coordinación y análisis, entre los días 8 y 11 de mayo, se tomaron diversas medidas para favorecer al máximo el transporte aéreo, dentro de las limitaciones impuestas por la presencia de cenizas.
Dado que los aviones no podían volar entre los 20.000 y los 35.000 pies de altura, se habilitó todo el espacio posible por debajo de los 20.000 pies, haciendo uso del espacio aéreo militar, para que los vuelos comerciales pudieran utilizar esas aerovías, normalmente restringidas al tráfico civil. Las compañías pudieron así mantener en gran medida sus operaciones, modificando sus planes de vuelo.
En los casos en que las zonas de no vuelo estaban muy próximas a los aeropuertos se evitó su cierre, en la medida de los posible, habilitando rutas alternativas de entrada y salida.
Los trabajos conjuntos de las aerolíneas, la industria aeronáutica, la comunidad científica y las autoridades europeas no han cesado en ningún momento y los vuelos de prueba que se han llevado a cabo han permitido acotar todavía más la zona de restricción total de los vuelos. Las decisiones que se han tomado han procurado siempre reducir el impacto sobre el normal funcionamiento del transporte aéreo, pero siempre anteponiendo la seguridad de los pasajeros.
Juan Ignacio Lema Devesa. Presidente de Aena