Ford, excepción a la regla
Los herederos de Henry Ford deben sentirse un poco decepcionados. Hace más de un año, las acciones de la compañía se negociaban a menos de dos dólares y la quiebra seguía siendo un riesgo real. Desde entonces las acciones se han multiplicado por seis después de que la compañía no sólo evitara el Capítulo 11, sino que además lograra beneficios en cada uno de los tres últimos trimestres. Entonces, ¿cómo pueden los accionistas compensar a la familia su papel en la recuperación? Una gran parte de los accionistas votaron el desguace del sistema de doble acción que regala a la familia el 40% del control de la compañía con alrededor del 3% del capital.
En la asamblea anual, el 29,8% de los accionistas respaldó la propuesta de una acción, un voto -diez puntos porcentuales más que en 2009-. Excluido el voto en bloque de la familia, menos de la mitad de los accionistas apoyó la propuesta este año.
Por lo general es una buena noticia ver cómo los accionistas luchan contra el desequilibrio en el gobierno corporativo. Pero en este caso, el papel de la familia puede haber ayudado. De hecho, el consejero delegado, Alan Mulally, es responsable en parte de que la compañía haya recuperado su prestigio. Pero es precisamente esa decisión la que prueba que el patriarcado de la familia sobre la compañía ha beneficiado a los accionistas.
Los Ford dieron libertad a Mulally para adoptar las dolorosas decisiones que necesitaba la empresa para sobrevivir, desde despidos hasta la dilución de los accionistas para alcanzar más capital. El enfoque de éstos hace que su reacción parezca un poco dura. Los accionistas también pueden estar agradecidos por lo que han hecho los herederos de Ford, pero su gratitud aparentemente sólo llega hasta ahí.
Antony Currie