Un remedio muy simple para España
La zona euro se enfrenta con su particular momento Bearn Stearns. Tras el rescate del banco de inversión estadounidense, en marzo de 2008, se produjo un periodo de seis meses a la deriva, tras el cual explotó Lehman Brothers. La duda es si España, Portugal y otros países se quedarán al pairo ahora que Grecia tiene ya su rescate. Si es así, las consecuencias podrían ser nefastas. Para evitar ser succionados por el torbellino, los países débiles deben tomar medidas con urgencia.
Los primeros signos de España, al menos, no son nada prometedores. La ministra de Economía, Elena Salgado, comentó ayer que es preciso ceñirse al actual plan de austeridad antes de considerar nuevas medidas. José Luis Rodríguez Zapatero, mientras tanto, calificó de "intolerable" que España haya sido sacudida por rumores de que podría ser el siguiente país en solicitar un rescate. El presidente señaló que la deuda soberana de España era del 55% del PIB, por debajo de la media de la zona euro, y muy lejos del nivel de Grecia.
En tiempos normales, estos argumentos serían suficientemente persuasivos. Pero una crisis de confianza puede autocumplirse. Aunque los rumores sean una completa locura desde la perspectiva de Zapatero, la pérdida de confianza de los mercados no es necesariamente irracional, porque los inversores, presas del pánico, pueden desencadenar precisamente lo que temen.
Además, la economía de España no está precisamente como para tirar cohetes. La tasa de desempleo se sitúa en el 20%, las cajas de ahorros están en problemas, el déficit presupuestario sobrepasa el 11% del PIB y el sector privado sufre de sobreendeudamiento, lo que implica que depende de la voluntad de los inversores extranjeros para financiar sus necesidades crediticias.
Una acción evasiva es vital ante tal situación, bastante similar a estar en el borde de un remolino. España y Portugal pueden todavía escapar de la fuerza que les empuja hacia las profundidades, para lo cual deben nadar rápido. Pero si se dejan arrastrar hacia el centro, no habrá trabajo suficiente que les salve del desastre.
Para España, el remedio es muy simple: planes concretos para reducir el déficit, congelar los salarios públicos de inmediato, reformar el mercado laboral y recapitalizar las cajas de ahorros. Y hacerlo todo ello con absoluta rapidez.
Hugo Dixon / Fiona Maharg-Bravo