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Columna
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El asedio a Virgin

La virtud de Virgin Atlantic está en entredicho. La línea aérea denunció a British Airways (BA) en 2006, evitando así un papel estelar en la causa penal sobre fijación de precios contra British Airways, que empezará la semana próxima. Pero la oficina británica de Derecho de la Competencia (OFT, en sus siglas en inglés) afirma ahora que Virgin posiblemente se ha visto involucrada ella misma en travesuras contra la competencia.

La aerolínea argumenta de forma enérgica que no ha hecho nada que perjudique a los consumidores. Y es especialmente importante para Virgin que la OFT llegue a la misma conclusión. La marca Virgin se construyó sobre la idea de defender a los consumidores mal atendidos por los proveedores de servicios existentes. Richard Branson, fundador de la aerolínea, acusó con frecuencia al consejero delegado de BA, Willie Walsh, de intentar crear un "monstruo monopolístico". Y en una ocasión aseguró que Virgin consigue que BA sea "honesta".

De cualquier forma, no es probable que los pasajeros de Virgin vayan a abandonar la compañía. Muchas rutas, incluyendo la conexión Londres-Hong Kong en el centro del caso, son oligopolios virtuales. Las supuestas fechorías finalizaron en 2006. Y Virgin ha admitido fijación de precios anteriormente, cuando delató a BA, saliendo obviamente poco mal parada. Pero el momento es malo. Virgin Group, matriz de Branson, que posee el 51% de la aerolínea, está extendiendo sus tentáculos a otros negocios, en particular las finanzas. Virgin Money, consorcio del que Virgin posee el 79% de las acciones, ha realizado una oferta por algunos activos del Royal Bank of Scotland. A medida que el grupo persigue operaciones más grandes, confía más en el capital externo. Y éstos querrán que la reputación de Virgin esté intacta.

Por tanto, se impone una rápida resolución. Las denuncias no mantendrán los aviones en tierra, aunque sí podrían dar al traste con las otras ambiciones de Virgin.

John Foley

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