Elegante caos en Zapping
Vicente Hernández dirige un grupo publicitario rodeado de piezas 'vintage'
Parece un tipo afortunado, divertido y feliz de dedicarse al mundo de la publicidad y de la comunicación, al que llegó por azar. Lo corroboran sus palabras a lo largo de la entrevista. Vicente Hernández, madrileño de 48 años, consejero delgado de The Zapping Village, reconoce que ha tenido suerte en la vida y que ha sabido aprovecharla. Empezó adquiriendo experiencia profesional en el sector de la auditoría y en el área de finanzas. Comenzó, tras estudiar Económicas y Empresariales, trabajando en Deloitte y más tarde en KPMG. Trabajó, como director financiero, para la agencia de publicidad Delvico Bates, Bates Holding y para la agencia de medios Zenith Media.
En 1998, decidió arriesgarse y emprender nueva aventura laboral, junto a otro socio, al frente de un nuevo grupo de comunicación y de publicidad, hoy conocido como The Zapping Village, compuesto por distintas divisiones, como Zapping/M&CSaatchi Publicidad, Activities (dedicada al marketing relacional y acciones especiales), Diseño, Web, la agencia de medios MediaByDesign y BOB, especializada en nueva publicidad.
El primer cliente
"Cuando eres empresario tienes que saber descubrir oportunidades y facilitar que fluya la información"
Recuerda los comienzos como trepidantes, con cinco personas trabajando en la empresa y ningún cliente. "Fue durísimo, trabajábamos 15 horas al día y teníamos que poner dinero, no sabíamos qué resultados íbamos a tener, pero lo que no nos faltaba era ilusión", señala. Jamás olvidará el nombre del primer cliente que llamó a su puerta: fue Disney y la distribuidora Buenavista para promocionar la película Bichos. El segundo cliente, Cuétara, también guarda un hueco en su corazón. "Fue poco a poco como fuimos avanzando hasta que cada vez teníamos que poner menos de nuestros bolsillos, en año y medio nos cambiamos de oficina y a los dos años ya éramos más de 20 personas".
Hoy ocupan un soberbio palacete en el centro de Madrid, decorado con piezas vintage donde tienen cabida todo tipo de llamativos elementos decorativos. Por las estancias del caserón se mueve a su antojo una disciplinada iguana, "una más de la plantilla".
Vicente Hernández es una persona directa, va al grano, incluso con los clientes: "Nosotros le preguntamos qué problema tienen e intentamos darles una solución". Y así, sin más, afirma que esta crisis disparará los procesos y limpiará el sector poniendo las cosas en su sitio. "Nos viene bien porque nosotros hemos ido creciendo con la crisis y nos ajustamos desde un primer momento a lo que el mercado demanda". Por ejemplo, en plena ruina de las puntocom, a comienzos de esta década, decidieron montar una agencia online, "muchas empresas no pudieron seguir, pero nosotros nacimos en plena crisis y eso nos ha permitido ir atendiendo este sector".
Recuerda con afecto su etapa como auditor, que califica de apasionante porque le permitió acceder a un conocimiento profundo del entramado empresarial. "Te permitía entrar en las entrañas de las empresas, ver cómo éstas funcionaban y adquirir una base analítica de las organizaciones". Era la época del aluvión de inversión extranjera en España y "fue un momento apasionante debido a que eran experiencias totalmente novedosas para los jóvenes profesionales".
"También era otra época porque los auditores, que hablábamos idiomas, recibíamos ofertas de trabajo semanales". Y aterrizó en publicidad. "Fue un gran cambio en todos los sentidos. Cuando también eres empresario tienes que descubrir oportunidades. Para facilitar que la información fluya tenemos organizada la compañía de manera horizontal, con poca jerarquización". Asegura que el modelo de gestión que impera en The Zapping Village está basado en la confianza, "lo que nos hace ser más operativos porque todo se hace de manera más ágil", dice el consejero delegado, que destaca el gran talento que tienen en la empresa. "Todos son más organizados y mejores que yo, no hay que tener miedo a estar rodeado de grandes profesionales".
Lo que nunca se debe olvidar
A pesar de que asegura ser muy desorganizado, aparentemente su espacio de trabajo no tiene nada fuera de lugar. "Tengo capacidad para lidiar con dos o tres cosas a la vez", afirma Hernández, que muestra un cartel sobre su mesa que dice: "A cluttered desk is a sign of genius" (Un despacho desordenado es signo de genialidad). Su despacho es amplio, sin acumulación de excesivos objetos de decoración.Destaca un cuadro de gran formato que recoge el tremendo gesto de uno de los niños protagonistas de La lengua de las mariposas. Fue pintado en un antiguo estudio de cartelería de cine. "Se hacían por metros cuadrados y pedí que me lo pintaran porque representa lo que nunca se debe olvidar, la mala educación de los inocentes". Es un compromiso, que siempre tiene presente y que le gusta transmitir a sus dos hijos, de 20 y 18 años. Afirma que pasa poco tiempo en el despacho. Es inquieto, le gusta moverse, ver clientes, realizar presentaciones o aprovechar el paréntesis de mediodía para salir a correr.