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Tribuna
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¿Obras son amores?

La formación debe servir para cambiar el modelo productivo", ha dicho recientemente el ministro español de Trabajo, Celestino Corbacho. En esa idea y en la de que las crisis son un buen momento para apostar por la formación y el reciclaje de los trabajadores coinciden expertos en el mercado laboral, economistas, Universidades y Gobiernos. Fondos hay: España ha ingresado ya más de 1.000 millones de euros y tiene otros 2.000 millones en ciernes, todos del Fondo Social Europeo (FSE), cuyo destino es la formación. Pero, mientras el Gobierno pide el adelanto de esos fondos a la UE para destinarlos a la formación de los parados, la realidad empresarial no ha recogido tan buena recomendación.

El grueso de las empresas españolas no está por la labor de aprovechar esa oportunidad. Si hay crisis hay que recortar costes y el capítulo de formación de la plantilla "lo retomaremos más adelante", dicen. No son conscientes de que el problema no es formar a los trabajadores y que se vayan, el problema es no formarlos y que se queden.

Salvo honrosas excepciones, que generalmente se dan en las grandes compañías, los empresarios no entienden la formación como una inversión, como la forma que tiene una empresa de afrontar los acontecimientos y su futuro. La dura realidad económica ha contribuido a devolver la formación al capítulo de gastos. Y claro, no están los tiempos para gastar.

En resumen, la recesión ha puesto fin a la tendencia de los últimos años, que marcaba que un alto porcentaje de compañías, tanto en el mercado local como regional y nacional, invierten entre un 5% y 8% de su presupuesto en programas de capacitación y desarrollo de sus recursos humanos.

Ahora, según ha detectado la Unidad de Formación de Sogeti, los departamentos de Recursos Humanos de las empresas españolas han recortado un 20% de media, sus presupuestos destinados a formación.

Es preciso un cambio de mentalidad empresarial y el convencimiento de que asegurarse un hueco en el nuevo modelo de crecimiento exige preparación. Si el Gobierno cumple y fomenta la formación y el reciclaje de los parados con los fondos europeos, las empresas grandes, pequeñas y medianas deberían seguir su ejemplo e incentivar, aprovechando los fondos para la Formación Continua Bonificada, la especialización de sus plantillas. Obras son amores.

Consuelo Fernández. Directora de la Unidad de Formación de Capgemini

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