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Columna
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Alemania, la carga del líder

Por fin alguien dice en voz alta lo que otros muchos están pensando: es un problema alemán en Europa. Christine Lagarde dice que el superávit comercial de Alemania, y la persistente desgana a impulsar significativamente la demanda interna, son una carga para el resto de la Unión Europea. La ministra de Finanzas francesa puede ser criticada por su lenguaje contundente y su falta de habilidades diplomáticas. Pero tiene una razón. Es hora de que Alemania acepte que su liderazgo en la eurozona supone también una responsabilidad.

Desde el principio, Alemania ha ejercido una fuerte influencia en el sistema monetario europeo. El BCE se inspira en el Bundesbank. Su misión oficial es combatir la inflación y mantener la estabilidad monetaria. La Reserva Federal de EE UU, por ejemplo, debe preocuparse por el crecimiento económico. El euro le ha proporcionado a Alemania una moneda que sin duda es más débil de lo que el marco podría haber sido, lo que impulsa sus exportaciones a todo el mundo. También ha permitido a los productos alemanes ganar cuota de mercado en la zona euro, especialmente en los países que no tienen la misma disciplina de costes y fiscal y donde de pronto han sido privados de la herramienta de la devaluación de la moneda.

La ironía es que Alemania predica por que se aplique su modelo de disciplina fiscal en toda la UE y, al mismo tiempo, es el principal beneficiario de los paquetes de estímulo que sus socios han aplicado para evitar la recesión mundial. En ninguna parte es más visible que con la crisis de Grecia, donde Berlín insiste que no quiere ayudar a Atenas, a pesar de que tiene un interés creado en mantener el euro saludable.

Es cierto que el éxito de las exportaciones alemanas se debe a la fuerte disciplina de los costes laborales a la que se ha sometido a sí misma en los últimos diez años. Otros países deberían emular eso, al menos en parte. Pero el éxito del euro en el largo plazo -o, para el caso, de toda la UE- no puede descansar en todo el mundo que se vuelve más como Alemania. En algún momento, Alemania debe darse cuenta de que tiene que empezar a gastar, y convertirse un poco más como los demás.

Por Pierre Briançon

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