El déficit oculto de China
Cuando China publique su informe sobre el presupuesto el 5 de marzo, Pekín puede felicitarse por alcanzar un 8,7% de crecimiento con un déficit fiscal de tan sólo un 3% del PIB. Pero el coste real de estimular la economía ha sido mucho mayor -gracias a que las Administraciones locales han prestado frenéticamente-.
Los medios de comunicación estatales han informado que las Administraciones locales chinas tomaron prestado de los bancos 3,8 billones de yuanes (556.000 millones de dólares) para mantener funcionando la economía. También sumaron 450.000 de yuanes (65.900 millones de dólares) indirectamente a través del mercado de bonos. Si Pekín asumiera como propias esas deudas, el déficit fiscal de 2009 podría haber sido del 15% del PIB.
Algo que suena aterrador, especialmente porque las Administraciones locales puede que no hayan gastado el dinero de manera prudente. Pero que se produzca una crisis de deuda soberana es poco probable. Incluso aunque Pekín absorbiera todas las deudas locales, la deuda pública total se mantendría en un seguro 60% por debajo del PIB.
Es poco probable que Pekín reconozca esa deuda como propia. Eso significa que podría dejarse a los bancos que limpien los futuros impagos. UBS espera que la expansión del crédito de 2009 produzca hasta 3 billones de yuanes (439.000 millones) de préstamos incobrables los próximos años, principalmente por los préstamos a las Administraciones locales.
Esos 3 billones de yuanes equivalen a 10 veces las ganancias de 2008 de los tres mayores bancos de la lista y sería suficiente para elevar la tasa de morosidad del sistema bancario del 2% al 9%, basado en los niveles actuales de activos.
Si los bonos se impagan demasiado, cualquier inversor extranjero podría encontrar la situación realmente sombría -basado en los pocos impagos, podría terminar en unos meros centavos de dólar-.
Por ahora, Pekín puede estar contento de adoptar la postura de política de no intervención. Después de todo, los bancos pueden ser capaces de quitarse el problema de encima. Pero si las entidades de crédito sufren grandes pérdidas, y los inversores privados se asustan, sería el turno de Pekín para que los prestamistas vuelvan a proporcionar nuevo capital. En ese caso, "el juego de pasar la pelota" podría terminar en manos del Gobierno central, después de todo.
Por Wei Gu