Europa busca votantes
Europa busca votantes. Entre los jóvenes. Entre los emigrantes. Entre las capas de población alejadas últimamente de las urnas. La reforma de las leyes electorales se abre paso en varios países europeos, en una revolución comparable (aunque no de tanta envergadura) a la vivida a principios del siglo XX.
Austria ya ha rebajado a 16 años la edad mínima para votar, en un esfuerzo por enganchar a los jóvenes cuanto antes al lujo de elegir periódicamente a los gobernantes de su país. La medida tambíen se está experimentando en Alemania, Suecia, Noruega o Suiza. Y se estudia en Reino Unido e Irlanda.
Los partidarios de adelantar el ejercicio del derecho de voto creen que el caladero juvenil (en la UE hay 28 millones de personas entre los 15 y los 19 años; en España, 2,2 millones) podría compensar la creciente abstención que sufren algunas democracias. Y ciertos partidos políticos minoritarios, que confían en su gancho entre los votantes más jóvenes, creen que puede ser una oportunidad para acortar diferencias con las grandes formaciones.
En otros países, como Bélgica, la reforma electoral apunta a suprimir la actual obligación de votar, tras comprobar que ni la administración vela para que la exigencia se cumpla ni los ciudadanos temen ya la posible sanción (de hasta 1.000 euros). Los principales partidos han visto, además, que una parte del electorado se desplaza hacia los extremos (al derecho, sobre todo) y algunos analistas achacan esa evolución al voto obligatorio, que acaba convirtiéndose en voto de castigo.
Por último, hay países, entre ellos España, que están concediendo el derecho de voto a los inmigrantes que cumplan ciertas condiciones y que procedan de países con los que se hayan firmado acuerdos de reciprocidad. Se espera que en las próximas elecciones municipales de 2011 más de medio millón de residentes extranjeros puedan ya depositar su voto en las urnas.
Los ciudadanos extracomunitarios pueden convertirse en otro granero de votantes en un continente como Europa donde el crecimiento de la población debe más a la llegada de inmigrantes que al número de nacimientos. En 2009, por ejemplo, la población europea registró un crecimiento "natural" de 595.000 personas y una inmigración neta de 940.000.
Foto: Furgoneta con propaganda electoral en Bruselas (B. dM., mayo 09).