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Por las bolsas nos conocen en Manhattan

El domingo pasado en Nueva York me dieron una buena regañina y me vinieron a dar una explicación de por qué estamos en crisis y los errores que cometemos los españolitos de a pie, que cada vez nos parecemos más a los italianos. Sucedió en el metro, tenía que ir desde el Downtown hacia el Midtown, y como siempre llevaba el plano en la mano. En Manhattan, si te equivocas de tren puedes acabar en la otra punta de la ciudad y acabar perdiendo un tiempo precioso. Entro en el vagón, con varias bolsas en la mano, debido a los recados que siempre hay que hacer para familiares y amigos, y miro en el frontal las estaciones que me quedan hasta el destino. Sin mediar palabra una señora, en español con un musical acento latinoamericano, me pregunta hacia dónde voy. Es lista, sin hablar ha adivinado que soy española. La miro con cara de asombro y le preguntó por qué ha sabido mi país de procedencia. "Por las bolsas", me responde. Sigo poniendo cara de póquer, ahora va a ser que los únicos que abarrotamos las tiendas en Nueva York somos los españoles. Y a continuación me explica que somos un colectivo que cuando llegamos a la Gran Manzana nos volvemos locos por comprar, da igual que nos haga falta o que no. Pues vale. Me cuenta que ella es colombiana, que ha vivido muchos años en Italia y que desde hace dos décadas reside en Manhattan, donde se gana la vida dedicada al sector del turismo. Y que desde ese balcón observa los gustos y preferencias de todos los que aterrizan en Nueva York.

La mujer me cuenta que los españoles hemos descubierto el consumo, el placer de las compras, al que no le hemos puesto freno, y que eso es lo que nos ha llevado a la terrible crisis que padecemos. Le pregunto si en Estados Unidos no padecen la misma situación económica. Responde que no, que los estadounidenses no tienen ninguna necesidad de alardear de las compras que hacen, que son mucho más discretos y que cuando se compran algo es con la intención de que sea de gran calidad y duradero. Me cuenta que el abrigo que lleva lo compró hace muchos años en Italia y que se lo sigue poniendo. La verdad es que no parece pasado de moda y tiene estilo. En su discurso me dice que nosotros nos parecemos cada vez más a los italianos, que consumen y consumen, siguiendo la moda a rajatabla, y que no cuantificamos los riesgos. Ella se baja dos paradas antes que yo, y en ese momento medio escondo las bolsas debajo del asiento. Al día siguiente me volví a echar a la calle y compré hasta unos platos de postre.

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