El Registro Civil del futuro
Los periódicos del día 9 de enero publicaban una curiosa esquela. "Se acabó el libro de familia". La noticia, así expresada, daba incluso un poco de vértigo. ¿Se han disuelto por decreto todos los lazos conyugales, fraternales y filiales? Conozco gente que siente más afinidad por su club de fútbol que por sus propios padres, cónyuge e hijos. También sé de teorías nihilistas que sostienen que la familia es el germen de la peor violencia. Y hasta reconozco que es cierto eso de que a la familia no se la elige y a los amigos sí. Puede que algunos ministros sean también de esa opinión. Pero de ahí a suprimirla a traición justo después de Navidad va un largo trecho.
Leyendo con más atención me he tranquilizado por un lado, la familia no está en cuestión, pero por otro me he preocupado porque lo que está en cuestión es nada menos que el Registro Civil, una institución esencial para todos y cada uno de nosotros, seamos de izquierdas o derechas, propietarios o arrendatarios, hipotecados o acreedores. Todos los que estamos leyendo estas líneas, e incluso los que no lo hacen, hemos nacido, estamos solteros, viudos, casados, separados o divorciados. Y tarde o temprano, disculpe el lector por recordárselo, moriremos y alguien tendrá entonces interés en demostrarlo legalmente.
Lo sucedido es que el Consejo de Ministros ha aprobado un anteproyecto de Ley del Registro Civil que promete un sistema moderno, rápido y accesible. Por prometer nos promete hasta un CPC, o código personal de ciudadanía. Ya sé que cada vez que el Gobierno promete algo lo viste de las más bellas palabras, y también sé que un anteproyecto de ley en tiempos parlamentarios de mayoría minoritaria es poco menos que la expresión de un deseo, pero de los datos conocidos hay cierta base para plantearse a dónde se puede llegar en una reforma obligada, pues el Registro Civil es una de las instituciones públicas con más quejas ante el Defensor del Pueblo.
Nos dicen que en el futuro todo será digital, informático, reluciente y eficaz. Moderno, vaya. Resulta asombroso que en los 8000 registros civiles, muchos de los cuales estaban sin informatizar hasta ayer mismo, se haya procedido al escaneo de todos los asientos desde 1950 en plazo récord y con un presupuesto se supone que escaso en tiempos de carestía, aunque nada se dice al respecto. Este enorme archivo digital será la base de la llevanza puramente electrónica. No arriendo la ganancia a quien tenga que gestionar el Registro Civil a partir del cerrojazo analógico, pues como cualquiera sabe, escanear un documento no te garantiza que los datos contenidos se puedan utilizar. Hay que "leerlos", y eso depende siempre de la calidad de la fotografía. Una fotografía, no se olvide, de 68 millones de páginas.
El propósito de desjudicializar el Registro Civil que alienta el proyecto es francamente loable. Hace tiempo que yo también digo que los jueces están para juzgar y velar para que se ejecuten sus fallos. Un juez tramitando un expediente no contencioso es un despilfarro. Se habla así de atribuírselo a "funcionarios cualificados". Esto suena muy bien hasta que empezamos a hacernos algunas preguntas.
¿Quiénes serán estos funcionarios? ¿Quién los pagará? ¿De quien dependerán? ¿Piensa el Gobierno destinar una nueva partida presupuestaria para ellos y para modernizar un anticuado registro gratuito? Sinceramente, lo dudo mucho. No sé por qué, pero viendo como está el panorama económico y la capacidad de inversión pública me da la impresión de que aquí hay algún gato encerrado. Algunos que ahora se las prometen muy felices se van a cargar con un incómodo mochuelo de enorme responsabilidad a cambio de difusas promesas.
Y ya se sabe que las bellas promesas de un ministro tienen vigencia hasta la siguiente crisis ministerial. Pero eso sí, el niño dado en custodia ya no te lo quita nadie.
José Antonio Miquel Silvestre. Registrador de la propiedad