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La historia que hereda Joaquín Almunia

Hace unos días, paseando por el rastro de Bruselas, me topé con un ejemplar de la revista European Affairs del verano de 1988 (publicada por Elservir, con un precio en su día de 12 ecus y de 7.200 pesetas la subscripción anual). Entre los artículos de aquel numero, figuraba uno del entonces comisario europeo de Competencia, Peter Sutherland, que ayuda a entender la trascendencia y el ilustre abolengo del cargo que el próximo 10 de febrero asumirá el español Joaquín Almunia.

El artículo está escrito cuando los 12 socios comunitarios de entonces (entre ellos España) estaban a punto de pactar por fin un control unificado en Bruselas de las mayores fusiones empresariales, autoridad que en breve corresponderá a Almunia. Pero Sutherland recuerda que las negociaciones para llegar a ese objetivo se prolongaron ¡durante más de 15 años! (los símbolos de admiración son míos). La primera propuesta de Reglamento de fusiones data de 1973, aunque "en sequida quedó claro", anota el antiguo comisario, "que no había la unanimidad necesaria y el proyecto se quedó en la mesa desde entonces".

La idea resucitó a finales de los años 80, alentada por el objetivo de crear el mercado único europeo en 1992. Sutherland, en un comentario que hoy provocaría el rechazo de algunos torquemadas del laissez faire, la vincula, además, a la necesidad de dotar a Europa de una política industrial "que junto a otras políticas de la Comuidad jugará su papel para promoveer el crecimiento económico".

El Reglamento definitivo entró en vigor un año después del artículo de Sutherland y desde entonces Bruselas ha recibido la notificación de más de 4.200 operaciones de fusión, de las que sólo ha prohibido 20. Aunque según el Tribunal de Justicia europeo, la CE a veces ha cometido errores en ese proceso de revisión, la mayoría de los analistas coinciden en que el control de fusiones es uno de los mayores éxitos de la Unión Europea y los veredictos de Bruselas son respetados por las multinacionales de todo el planeta. El caso más polémico a lo largo de esta historia de éxito llegó cuando el comisario Mario Monti prohibió la fusión de dos compañías estadounidenses (General Electric y Honeywell) que habían recibido el visto bueno en su país.

Joaquín Almunia heredará el próximo mes todo ese legado y los especialsitas en derecho de la competencia se preguntan cómo lo gestionará. Durante la audiencia previa a su nombramiento definitivo en el Parlamento Europeo, el comisario español indicó que "la política de competencia no es un fin en sí mismo, sino un instrumento". Una declaración que suena a Sarkozy y París, un presidente y una capital que no destacan precisamente por su entusiasmo hacia la dirección general de Competencia de la CE.

Foto: el rastro de Bruselas en la plaza Jeu de Balle (B. dM., marzo 09).

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