La euforia del ranking y cabezada en el tren
Por fin llego a Ginebra. Después de parar en Nueva York y pasar por Arabia Saudí, ya no calculo las horas de vuelo que llevo.
Mi primer día en Ginebra, ayer lunes, fue más productivo de lo que esperaba. La reunión con el Consejo Global de Thunderbird atrajo antiguos alumnos de Londres, Suiza, Italia, Bélgica y Macedonia. Ejecutivos de banca de inversión, private equity, seguros, telecomunicaciones y un embajador. Algunos de ellos estarán en Davos esta semana. Nos cruzaremos por los pasillos o coincidiremos en alguna fiesta, pero será muy difícil sacar tiempo para charlar tranquilamente. Es algo que sucede en estos foros: las conversaciones duran pocos minutos.
En la reunión discutimos las tendencias en la economía mundial, en Europa y en la educación superior y pasamos la mayor parte del tiempo contrastando opiniones sobre el papel que Thunderbird debería jugar en la próxima década. Siempre ha sido siempre una escuela diferente por su enfoque global, su visión del comercio internacional como vehículo de cooperación y de paz, su pasión por la diversidad cultural y su espíritu emprendedor, de "frontera" (¡no es casualidad que estemos en Arizona!). Nuestros consejeros en todo el mundo parecen coincidir en una cosa: debemos mantenernos fieles a nuestros valores centrales y no tratar de ser una escuela de negocios más.Tiene sentido, pero es más difícil de lo que parece.
Por la mañana me desperté en un avión aterrizando en Ginebra con las buenas noticias del nuevo ranking del Financial Times, que coloca a Thunderbird de nuevo como la escuela número uno en el campo de la dirección internacional, y el número 10 en responsabilidad social. En el ranking general aparecen 44 escuelas americanas entre las 75 mejores y afortunadamente Thunderbird es una de ellas. El timing es perfecto y el reconocimiento es justo en dos de las áreas más importantes para nosotros. Qué dos buenas noticias, nada más bajar del avión: Felicitaciones T-Birds!
Esta semana en Davos, los graduados y consejeros de Thunderbird, entre ellos el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Moreno, el presidente de CH2M HILL Lee McIntire, o la ministra de Comercio Internacional de los Emiratos Lubna AlQasimi, estarán encantados.
Sin embargo, hay algo acerca del impacto de los rankings en nuestra industria que no deja de preocuparme: la presión de que ejercen y la dinámica competitiva que se ha creado y que empuja a las escuelas de negocio de todo el mundo a tratar de hacer lo mismo, a perseguir modelos similares en lugar de ofertas diferenciadas y únicas, a preocuparse más de cómo subir posiciones en las tablas que en tener un impacto real en el mundo.
El ranking general del Financial Times está determinado principalmente por los salarios de sus graduados. El argumento parece impecable desde un punto de vista económico, pero ¿es razonable juzgar la calidad de una escuela por la fortaleza de la divisa de su país, o por la proporción de alumnos que escojan carreras en banca de inversión, en lugar de ONGs, o empresas en economías en vías de desarrollo por ejemplo?, ¿tiene sentido que las escuelas dirijan todos sus esfuerzos a maximizar el salario de sus graduados?
El periodista Juanma Roca acaba de publicar en España un libro MBAs, ¿Ángeles o Demonios?, con una crítica que ha creado bastante revuelo. Es bueno para la sociedad, y para las escuelas que el debate crítico continúe.
Ahora, por fin, estoy en el tren camino de Davos, disfrutando del paisaje de la campiña suiza y los Alpes cubiertos de nieve. Mi primera reunión empieza esta tarde. No pararé hasta el domingo cuando me suba al avión. No quiero pensar en el sueño que llevo atrasado entre aviones y jetlag. Davos no es lugar para dormir. Echaré una cabezada ahora que aún puedo.