El peluquero y la inversión en Bolsa
Diversificación, perfil de riesgo, planificación... son términos que van poco a poco calando en la sociedad -más despacio de lo deseable, sin duda- y que enlazan directamente con el concepto de asesoramiento financiero. Un ahorrador bien asesorado debería poder optimizar sus recursos para alcanzar el objetivo deseado; nadie ahorra o invierte porque sí, sino con una meta, ya sea la jubilación o pagar la educación de sus hijos.
Cada vez cunde más la idea de que la planificación financiera debe ser algo global, concatenado a la vida de cada uno. Y en esta línea se expresa el profesor de la universidad canadiense de York Moshe Milevsky, en un libro titulado Los hitos de tu dinero (Your money milestones).
Milevsky afirma que la riqueza de cada persona se compone de dos activos: su capital humano y su capital financiero. Y que a la hora de conformar una cartera de inversiones bien diversificada, se debería tener en cuenta también el capital humano del inversor.
Por ejemplo, la cartera de un funcionario debería tener más peso en renta variable, porque su sueldo no está ligado al ciclo y, por lo tanto, no peligra. Por contra, aquellos cuyo capital humano es sensible al ciclo económico, como los banqueros, deberían ponderar en mayor medida los bonos, porque en épocas de ciclo alcista su salario subirá, pero será menor en las recesiones. En esta línea, un peluquero, con un negocio poco ligado al ciclo -las personas se cortan el pelo aunque ganen menos-, sería un inversor en renta variable. Un estudiante de MBA debería apostar contra el mercado, porque en ciclos bajistas le será más difícil encontrar trabajo.
En este dime quién eres y te diré en qué inviertes reside la diversificación más optima, a juicio de este profesor canadiense. Y no le falta razón. De hecho, una de las reglas más elementales del ahorro es no invertir en acciones de la empresa en que uno trabaja, porque eso, sí que sí, es poner los todos los huevos en la misma cesta.