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Los grandes errores de 2009

La Unión Europea volvió a cometer “grandes errores” en 2009, como durante sus 50 y pico de años de historia. Por suerte, los observadores más atentos alertaron, casi siempre en inglés, de las dramáticas torpezas y de los retrasos imperdonables. Demos un pequeño repaso a las mayores cantadas.

Primer “error”, su pusilanimidad ante la crisis. Los 27 países de la UE reaccionaron tarde y mal, según sus inquisidores (con Paul Krugman a la cabeza). Dedicaron pocos recursos públicos a paliar las consecuencias de la deflagración financiera provocada por EE UU y una larga recesión sería el precio de su error. La realidad es que el crecimiento de Alemania y Francia entró en terreno positivo en el segundo trimestre de 2009, tres meses antes que en EE UU. Y la supuesta racanería europea no se compadece muy bien con un déficit público que se ha multiplicado por ocho en los últimos 24 meses (del -0,8% de finales de 2008 al -6,9% previsto para finales de 2009). En el mismo período, el déficit de EE UU sólo se ha cuadriplicado (del -2,7% al -11,3%).

Segundo “error”: la desintegración del mercado interior europeo por culpa del nacionalismo rampante de algunos Gobiernos, en particular, el francés. Los medios liberales dieron la voz de alarma y afortunadamente la presidencia checa de la UE les hizo caso. Praga convocó una cumbre extraordinaria para atajar el “gravísimo problema” que sólo sirvió para que el entonces primer ministro checo, Mirek Topolanek, cosechase un nuevo ridículo en la escena comunitaria. Las alarmas pasaron y el mercado interior sigue intacto. O con las mismas carencias que antes de la crisis.

Tercera “error”. No relajar los criterios de adhesión al euro para permitir una rápida entrada de los países bálticos. Y mira que los medios de siempre avisaron de que ese paso era imprescindible. Bruselas y Francfort se resistieron. Si hubieran cedido, los especuladores podrían atacar ahora a cuatro socios de la zona Euro y no sólo a uno (Grecia). Qué lástima.

Cuarto “error”: el fracaso de la cumbre de Copenhague contra el cambio climático. Poco importa que la cumbre la convocase la ONU, no la UE. Ni que el bloque comunitario fuera el único que llegara a la cita con un compromiso efectivo de reducción de emisiones de CO2 y una oferta multimillonaria para ayudar a los países en vías de desarrollo a modernizar su producción industrial. Aún así, Bruselas tuvo la culpa de que ni EE UU, ni China, ni Brasil ni India, entre otros muchos países, no estuviesen dispuestos a firmar en la capital danesa un Protocolo que sustituya al de Kioto.

Quinto “error”: la descoordinación frente a la gripe N1H1. El virus avanzaba hacia Europa y Bruselas no reaccionaba. Ni una cumbre extraordinaria ni una mísera reunión de ministros de Sanidad. Por suerte el “error” “se enmendó”. Y las llamadas a la tranquilidad dejaron paso a reuniones urgentes y aspavientos mediáticos. Se encargaron cientos de millones de vacunas. La comisaria europea de Sanidad llegó a admitir que lo ideal sería que cada país contase con una dosis por ciudadano, aunque ese objetivo, ¡qué pena! era inalcanzable. Ese “acierto” le ha costado a la UE el primer error real de 2010: millones de vacunas que no se utilizarán y cientos de millones de euros gastados inútilmente.

Foto: "Crown Jewels of Småland", obra de Anna Berglund que decoró el atrio del Consejo Europeo durante la presidencia sueca (archivo de la CE).

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