El año que salvamos el abismo financiero
El rebote iniciado en marzo ha permitido a las Bolsas cerrar 2009 con abultadas subidas. El Ibex gana un 30% tras un rally del 75% desde los mínimos del ejercicio
A comienzos de año sólo había dos caminos a seguir", relata Víctor Alvargonzález, director de la firma de asesoramiento Profim. "O bien se producía el fin del mundo financiero o no se producía. Y en este segundo caso había una oportunidad histórica de inversión, porque muchos activos estaban a precio de saldo". Difícilmente podría nadie haber imaginado hace ahora un año que el sistema financiero, las economías y los mercados iban a salir airosos, 12 meses después, de una de las mayores crisis financieras de la historia moderna. Pero los datos avalan el segundo camino a que se refiere Alvargonzález: las Bolsas han repuntado con fuerza, las economías de las regiones desarrolladas comienzan a dar síntomas de un leve crecimiento y el sistema financiero poco a poco vuelve a su ser, con la cortapisa de que el crédito aún no fluye como debiera hacia familias y empresas.
Lo más llamativo, sin duda, ha sido la vuelta en forma de V protagonizada por los mercados de valores desde los mínimos del mes de marzo, arrojando un balance extraordinario para el conjunto del año. El Ibex 35 cierra 2009 con una subida del 29,8%, hasta 11.940 puntos, el nivel más alto desde noviembre de 2008. El índice general de la Bolsa de Madrid gana un 27,33%. Es la mayor subida de los mercados españoles desde el año 2006, antes del estallido de la crisis.
El resto de Europa no queda a la zaga. El Euro Stoxx 50 sube un 21,19%, con alzas del 23,85% para el Dax de Fráncfort, del 22,30% para el Cac de París o el 21,73% para el Footsie de Londres. En Estados Unidos, el Dow Jones gana un 20,19%, un 24,7% el S&P 500 y un 45,3% el Nasdaq. La subida se ha producido con más intensidad en los mercados emergentes, que se han ganado un papel preponderante en la recuperación global. El índice MSCI de emergentes cierra el año con una revalorización del 73%, en tanto que el MSCI mundial sube un 29%.
Del pánico vendedor se ha pasado a la euforia compradora con idéntico paroxismo
No ha sido un año fácil y aún no cabe echar las campanas al vuelo porque quedan tantas o más incertidumbres en el camino que hace 12 meses. Pero es justo destacar el papel de Gobiernos y bancos centrales, su rapidez y coordinación, como un factor clave de la mejora de la situación financiera.
Enero de 2009. El caos financiero es total. No hace ni tres meses que la reserva Federal ha dejado quebrar a Lehman Brothers, afectado mortalmente, como muchas otras entidades, por la crisis de las hipotecas subprime y su exposición a través de derivados de crédito. La banca de inversión independiente ha desaparecido. Merrill Lynch, por ejemplo, ha sido absorbida por Bank of America, en tanto que el Estado ha entrado en el capital de gigantes como Citigroup para evitar su quiebra. Lo que era una crisis de liquidez se ha convertido en una crisis de crédito. Los bancos han cerrado el grifo, la actividad se ha frenado en seco y la economía ha entrado en recesión.
El mundo financiero sufre un desapalancamiento brutal, tras años de barra libre de crédito, y los activos se venden a precio de saldo. Aparece en escena un financiero judío llamado Bernard Madoff, que confiesa la mayor estafa financiera de la historia de Estados Unidos. Con todos estos ingredientes las Bolsas inician el año en caída libre. Hay que vender como sea, da igual el precio.
Para cuando comienza el mes de marzo de 2009, el Ibex ha perdido los 7.000 puntos y cotiza a niveles de 2003 tras una caída desde máximos del 57%. Y de repente, algo cambia en el sentimiento del mercado. Por esas fechas Citigroup anuncia que entrará en ganancias en el primer trimestre. Pero hay algo más. "Las Bolsas se recuperaron a partir de marzo y ganaron fuerza cuando se comprobó que la mitad de los 19 grandes bancos americanos, que representaban el 60% de los activos del sistema de Estados Unidos, pasaron con holgura las pruebas de resistencia (stress tests)", explica el profesor de Esade Robert Tornabell, en su libro El día después de la crisis.
Parece que el sistema financiero sobrevivirá a la crisis, y las Bolsas, que cotizaban el peor de los escenarios, se dan la vuelta, impulsadas por el sector bancario, cuyos precios muestran valoraciones insultantemente baratas.
Del pánico vendedor se pasa a la euforia compradora con idéntico paroxismo. El mercado se mueve por sentimientos extremos. Pero esta vez la irracionalidad es al alza, y el Ibex se anota una subida del 74% entre el 8 de marzo y el 29 de septiembre, momento en que el rally da síntomas de agotamiento y las Bolsas entran en un canal lateral hasta el final de año. Lo que no es óbice para que el índice español supere los 12.000 puntos en los últimos compases de 2009.
El escenario se antoja paradójico. Las Bolsas experimentan una de las subidas más intensas de su historia mientras la economía mundial transita por la mayor recesión desde la II Guerra Mundial. Pero lo que hay detrás de las alzas es una actuación sin precedentes por parte de Gobiernos y bancos centrales. Las autoridades monetarias trabajan de manera coordinada. Para el mes de mayo los tipos oficiales de EE UU (0%-0,25%), Reino Unido (0,50%) y zona euro (1%) se encuentran en mínimos históricos. Se ponen en marcha subastas de liquidez extraordinarias y, en última instancia, las autoridades monetarias comienzan a comprar activos para dar más liquidez al sistema. Es decir, se pone en marcha la máquina de imprimir dinero.
Entretanto, los Gobiernos ponen sobre la mesa todo el dinero que haga falta para evitar que la economía entre en la temida depresión. Las políticas fiscales expansivas se suceden: programas de rescate bancario, emisiones avaladas por los Estados, ayudas a sectores como el automovilístico. El Estado toma el relevo de consumidores y empresas como motor económico y el keynesianismo se pone a la orden del día. El sistema rebosa liquidez y con los tipos en mínimos, los inversores se lanzan a la búsqueda de activos capaces de dar rendimiento. La aversión al riesgo se reduce dramáticamente y el dinero inunda los mercados. Todos los activos suben a la vez: bonos, Bolsa, materias primas, mercados emergentes...
Para mediados de año, los indicadores de confianza empiezan a dar síntomas de recuperación, y las autoridades atisban brotes verdes en las economías. Aún no se vislumbra la recuperación, pero parece que lo peor ha quedado atrás. "La actuación de bancos centrales y Gobiernos fue rápida y decidida y en los volúmenes que fueron necesitándose con el paso del tiempo", afirma el profesor Tornabell.
Pasado el pánico, llega la reflexión. ¿Cómo se ha llegado a esto? Las sociedades desarrolladas claman por una mayor regulación financiera, y los Gobiernos del G-20, reunidos en Londres en abril, ponen las bases para una serie de reformas que muchos consideran insuficientes: más control sobre los mercados de derivados no regulados; más exigencias de capital a las entidades financieras; limitación de los bonus a los ejecutivos bancarios; mayor supervisión sobre las agencias de calificación...
Avanza el año y los brotes verdes florecen. En el tercer trimestre Estados Unidos, Japón y la zona euro registran crecimientos del PIB en tasa intertrimestral, un 2,8%, un 1,3% y un 0,4%, respectivamente. España aún tendrá que esperar.
Pero no todo ha terminado. El sistema bancario no ha purgado aún todos los excesos, el crédito sigue sin fluir y el margen de maniobra de los Gobiernos se agota. Combatir la crisis ha disparado los déficit públicos, y el mercado sabe que será uno de los grandes temas a tratar en 2010. Mientras los inversores digieren el penúltimo susto del año, el retraso en el pago de deuda del fondo soberano Dubai World, las agencias de calificación alertan sobre el endeudamiento. Grecia y España están en el ojo del huracán y S&P rebaja deuda de ambos países.
Entretanto las Bolsas aguardan cerca de máximos del año nuevas señales. El devenir de los mercados depende ahora de la forma de la recuperación, y ahí hay opiniones para todos los gustos. Desde la más optimista, la U, a la más pesimista, la raíz cuadrada o el estancamiento, pasando por la W, la recaída. Todo depende de si el consumidor releva al Estado como motor de la economía. Para lo cual debe repuntar primero el empleo.
El nuevo orden económico
Si algo ha puesto de manifiesto la crisis actual es que el mundo económico es global como nunca antes lo había sido. Y en todo el proceso de salida de la recesión en que está inmersa la economía, los países emergentes están jugando un papel determinante. Aún cuando no han sido inmunes a la crisis, y se han visto abocados a crecer por debajo de su potencial, muchos emergentes han logrado esquivar la recesión, como es el caso de China e India, o si han entrado en ella, ha sido de manera más leve que el los países desarrollados, caso de Brasil.Esta resistencia ha permitido sostener en mayor o menor medida la economía mundial y evitar una gran depresión generalizada. No en vano, estos países han seguido demandando productos de países desarrollados, en un momento en que el consumidor doméstico brillaba por su ausencia. De esta coyuntura se ha aprovechado especialmente Estados Unidos, que ha visto aumentar sus exportaciones gracias además a la debilidad manifiesta del dólar.Pero más allá de la actividad económica que hayan podido generar los países emergentes, es llamativo el papel que han adquirido como financiadores de la crisis. Porque han sido estos países, con China a la cabeza, los que en mayor medida han comprado la deuda emitida por los países desarrollados, sobre todo la estadounidense. En esta crisis el mundo se ha dado la vuelta, y los que antaño tenían problemas para hacer frente al pago de sus deudas, gozan de superávit para financiar a los otrora adalides de la solvencia.Estados Unidos ha sido durante décadas el motor de la economía mundial, pero este año ha quedado claro que el mundo se encamina hacia un nuevo orden más equilibrado, donde China emergerá como un nuevo foco de crecimiento.
Las claves para el año entrante
Aunque la recuperación económica está en marcha en buena parte del mundo, parece claro, a juzgar por las previsiones, que el repunte del crecimiento será débil durante algún tiempo. Una de las claves para que las economías no recaigan reside en el consumo. En Estados Unidos el consumo minorista representa más de dos tercios del PIB. Pero para que el americano de a pie se decida a consumir debe disponer de dos herramientas clave: empleo y capacidad de endeudamiento, de las que por el momento no dispone en toda plenitud.La economía debe testar en 2010 si es capaz de caminar por sí sola, sin estímulos. De un lado, los bancos centrales irán retirando las medidas extraordinarias de liquidez, y no se descartan subidas leves de tipos bien entrado el año. De otro, los Gobiernos tienen cada vez menos margen para estimular la economía debido a lo abultado de los déficit.