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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

De la paradoja bursátil a la incierta recuperación

Cambio de año. Es el momento de los balances. Un ejercicio que se ha convertido en tradición, pero que en el caso de 2009 arrastra inexorablemente muchas reflexiones y muchas lecciones que aprender. Una de ellas es que el mundo económico está cada vez más interrelacionado a nivel mundial y que su devenir no responde a ningún tipo de regla, por mucho que políticos, catedráticos u observadores más o menos expertos nos empeñemos. Si no, que alguien se atreva a explicar por qué las Bolsas en general, y en lugar destacado la española, han tenido una revalorización tan espectacular el año de la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, sobre todo si se tiene en cuenta que los signos de salida de la recuperación son todavía extremadamente débiles.

Los pilares del tirón alcista de la Bolsa han sido los valores más sólidos. Entre los blue chips españoles, el Santander, por ejemplo, ha cerrado el año con una revalorización bursátil de más del 70%. BBVA también ha alcanzado una mejora notable, con un alza de casi el 50%. Y Telefónica tampoco se ha quedado a la zaga en el buen comportamiento, pues se ha anotado un incremento de prácticamente el 25%. A todo ello, además, se suman los dividendos repartidos.

Los dos grandes bancos y la multinacional de las telecomunicaciones pesan el 60% del Ibex. Pero eso no resta ni un ápice al brillante comportamiento en el ejercicio bursátil de empresas como Técnicas Reunidas (que con un 118% ha encabezado el ranking de las revalorizaciones), de la práctica totalidad de las constructoras y de las empresas que se han caracterizado por apostar por las energías renovables, el caso más evidentes es Abengoa, o por la inversión en diferentes áreas geográficas, con un representante estelar como es Inditex.

A pesar de este gran ejercicio, o tal vez por ello, prácticamente nadie se atreve a pronosticar la prolongación de esta etapa de euforia. Y los pocos que lo hacen, advierten que irá seguida de una caída mucho mayor que la experimentada en la fase más aguda de la crisis. De ahí, que la recomendación más extendida para los inversores sea, de nuevo, el refugio en los valores de mayor peso específico y la máxima diversificación posible, tanto de negocios como de lugares donde llevarlos a cabo. Las listas de los expertos vuelven a estar copadas por valores como Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola, Repsol o Gas Natural.

Cautela y prudencia, pues, en grado máximo. Y es que hay demasiadas incógnitas por despejar. Tanto desde el punto de vista internacional como del nacional. La retirada de los estímulos, de la respiración asistida, de los apoyos extraordinarios de los Gobiernos y de los bancos centrales es, sin duda, el elemento clave para determinar la consistencia de la recuperación. Este proceso ya ha dado sus primeros pasos. En Estados Unidos, las entidades financieras intervenidas están empezando a devolver los fondos públicos que las mantuvieron con vida. En el Viejo Continente, ha sido el Banco Central Europeo (BCE) el que ha dado las primeras señales de que las ayudas extraordinarias han de tocar a su fin.

Y cuando la respiración asistida se retire definitivamente, las economías tocadas por la crisis aún deberán enfrentarse a dos grandes retos: recuperar los empleos perdidos y recomponer las cuentas públicas.

Desafortunadamente, la economía española se encuentra en una posición delicada en ambas materias, especialmente en la primera. De hecho, el paro ha pasado a convertirse en la mayor preocupación de los españoles, según la última encuesta del CIS, y en la "única obsesión" del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tal y como reconoció en una comparecencia pública al término del último Consejo de Ministros. Una intervención en la que se puso, y con él a todo el Ejecutivo, unos deberes muy exigentes. Diseñar el nuevo marco laboral; reformar las pensiones; dar el visto bueno a la Ley de Economía Sostenible y a la Ley âmnibus y elaborar un Plan de Austeridad de la Administración General del Estado. Y todo ello para el mes que viene. Un plan ambicioso y que da de lleno en la diana. La lástima es que ese trabajo no esté hecho desde enero de 2009.

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