Citigroup quiere echar a andar
Debido a todo lo que rodea a la bancarrota financiera, el Gobierno de EE UU se resiste a asumir pérdidas en sus inversiones en Citigroup. Pero su constante relación con el banco se suma a las preocupaciones que ya tenían los inversores sobre la viabilidad de la estrategia, rentabilidad y gestión del banco.
A los inversores no sólo les preocupa la participación del 34% del banco que tiene el Gobierno, valorado ahora mismo en 25.000 millones de dólares. También tienen sus reservas acerca de la estrategia. Mientras que el consejero delegado del banco, Vikram Pandit, ha conseguido simplificar la compañía, Citi sigue siendo una complicada amalgama de negocios incompatibles, mucho de los cuáles son superados por sus competidores, como sucede en el caso de la banca minorista.
Los analistas esperan que el año que viene se registren unas ganancias de 0,07 dólares por título, de acuerdo a Thomson One. Pero comparen dicha cifra con los 1,80 dólares de Wells Fargo y los 3,22 de JP Morgan Chase. Incluso el Bank of America, vapuleado por Merril y Countrywide, obtendrá previsiblemente 0,84 dólares por acción. Y las previsiones a largo plazo también parecen sesgadas a favor de los rivales de Citi.
El Tesoro no está ayudando con el envío de señales confusas al mercado. Se comprometió a vender acciones y luego a respaldarlas, presumiblemente porque el precio que hubiese recibido estaba por debajo del punto de ruptura. Pero incluso si se puede sacar beneficios de Citi, eso no convencerá a los estadounidenses de que el programa TARP ha sido exitoso. Citi quiere echar a andar por sí sola y el Tesoro debería aflojar el lazo para permitirlo.
Rolfe Winkler