El miedo de los más ricos
No por tener más dinero se es necesariamente más atrevido a la hora de tomar decisiones de inversión. Los directivos de banca privada reconocen que la cautela característica de los pequeños clientes se ha asentado entre los clientes más adinerados, que está solicitando productos garantizados, lejos de la inversión sin red en Bolsa. Además, por si la garantía del capital no bastara para proteger el capital, requieren también productos con elevada liquidez, vaya a ser necesario un reembolso inesperado antes de tiempo. Es decir, el producto estrella de la banca privada es el garantizado con ventanas de liquidez y preferiblemente a medio plazo, inferior a cinco años. Esta prudencia a lo que pueda deparar el futuro en materia de inversiones está también condicionando la campaña de planes de pensiones de fin de año, un producto ilíquido, a largo plazo y ahora menos atractivo incluso para los más ricos.
Los apuros de Harvard
La crisis económica ha puesto de manifiesto la imprudencia de la célebre Universidad de Harvard. El colapso de los mercados hizo que la universidad perdiese de la noche a la mañana la friolera de 1.800 millones de dólares. Los fondos operativos se han visto gravemente mermados y han pasado de más de 6.000 millones en 2008 a cerca de 3.700 millones ahora. Las pérdidas padecidas vienen de una agresiva cartera de inversiones compuesta por participaciones en bonos, hedge funds y compañías de capital riesgo. El arquitecto de esta combinación que tan nefastos resultados ha dado a Harvard no es otro que Lawrence Summers, a la sazón rector de la institución y ahora asesor económico del presidente de EE UU, Barack Obama. ¿Es que nadie lo vio venir? El ex consejero delegado de Harvard Management Company y hoy CEO de la gestora Pimco, Mohamed El-Erian, lo advirtió una y otra vez. Pero ya sabe que la soberbia suele ir acompañada de otro defecto: la sordera.