Inestabilidad financiera, pero no pánico
Tras los días de vino y rosas desde la pasada primavera en los que la inflación de activos ha sido la tónica dominante en los mercados, de nuevo la incertidumbre vuelve a reaparecer en los mercados, lo cual no debe extrañar ya que es su estado natural, en un entorno en el que los agentes toman decisiones sobre el futuro por naturaleza incierto.
La medicina utilizada por los bancos centrales para estabilizar los mercados fue monetizar deuda con compra directa de activos e indirectamente dando barra libre de liquidez a tipos próximos a cero para que las entidades financieras comprasen activos para descontar. Los bancos centrales ya han confirmado que las compras directas de activos prácticamente han finalizado y, sin cuestionar su política heterodoxa de liquidez, comienzan a echar algo de arena en los engranajes cómo hizo el BCE con su subasta a año de la próxima semana.
Por lo tanto, los inversores dudan de la capacidad de la economía mundial para mantener la recuperación económica sin medidas tan heterodoxas y estamos asistiendo a una reversión de la reducción de primas de riesgos. Las volatilidades de las Bolsas y los diferenciales de los bonos corporativos han vuelto a repuntar, aunque siguen muy alejados de los niveles paranormales que alcanzaron a principios de año. Los estados se vieron obligados a socializar riesgo privado y la deuda pública vuelve a verse afectada. De nuevo hay un vuelo a la calidad y EE UU, Japón y Alemania han sido el refugio elegido por los inversores, provocando una ampliación de los diferenciales de los países de la eurozona con respecto a Alemania.
España apenas se había visto afectada por este episodio de inestabilidad pero en eso llegó Standard & Poor's y amenazó con una nueva revisión a la baja de la calificación del Reino de España.
Estos episodios de inestabilidad nos deben llevar a ser cautelosos, ya que los inversores han pasado mucho miedo en el último año y su confianza aún es frágil. Por otro lado, algo de incertidumbre no viene mal para acallar a los defensores del riesgo moral que intentaban de nuevo crear cargo de conciencia sobre los responsables de la política económica mundial por haber frenado los efectos destructivos derivados de la restricción de crédito sobre la destrucción de empleo, cuando lo que habría que hacer es decretar un nuevo día de Acción de Gracias.
No obstante, lo de Dubai pinta a una lucha tribal entre los emires para recomponer el poder en los emiratos y lo de Grecia ya lo hemos visto antes. Un Gobierno que oculta déficit público, elecciones y un nuevo Gobierno que tira de la manta. Prodi lo hizo en Italia tras Berlusconi y Sócrates en Portugal tras Durão Barroso. No tiene sentido que el Ecofin salvase a Hungría de un incumplimiento de sus pagos exteriores a principios de año y que vaya a permitir que un país miembro del euro incumpla sus compromisos. Lo que sí tiene lógica es que el Ecofin haya forzado al Gobierno griego a ser transparente y hacer corresponsables a sus ciudadanos de la necesidad de medidas extraordinarias para mantener la estabilidad de sus finanzas públicas. Si, cómo esperamos, nos encontramos ante un episodio de normalización de las primas de riesgo transitorio, tras algunos excesos en posiciones apalancadas, estaría dentro de lo esperado. En el caso español, mientras nuestros diferenciales de la deuda pública amplíen al igual que los bonos corporativos europeos no debemos preocuparnos. Si los diferenciales europeos disminuyen y los nuestros siguen ampliando, entonces se trataría de riesgo idiosincrásico español.
Lo de Standard & Poor's es una anécdota. Cuando nuestros indicadores adelantados están obligando a la mayoría de servicios de estudios a anticipar sus escenarios de recuperación y a revisar al alza su escenario para 2011, incluida la OCDE y la Comisión Europea, que vuelvan a la carga con un escenario japonés para la economía española no augura mucha esperanza de vida a su advertencia. De nuevo, tiene toda la pinta que será una excelente oportunidad para comprar activos españoles, aunque de momento "prudencia, amigo conductor".
José Carlos Díez. Economista Jefe de Intermoney