Receta para el fracaso
Mezclar dos docenas de declaraciones políticas sin compromisos; 200 páginas de textos (preferiblemente técnicos) y sin contenido de desarrollo. Retirar todo liderazgo político y visión de futuro y añadir media docena de grupos de interés. Poner al horno unos años y añadir antes de servir alguna oferta de última hora sin sabor pero vistosa.
Esta es la mejor receta para el fracaso. Las ONG que trabajamos para conseguir reglas comerciales justas en la Organización Mundial del Comercio (OMC) la conocemos muy bien. Sabe a injusticia, crisis, pobreza y hambre.
Estos días la comunidad internacional está citada por partida doble para buscar soluciones a dos de los mayores retos a los que se enfrenta el mundo globalizado. Primero, la Ministerial de la OMC ha tratado, sin éxito, de desbloquear la Ronda de Doha. Segundo, la Cumbre sobre Cambio Climático en Copenhague tratará de alcanzar un acuerdo climático global.
La Ronda de Doha fue lanzada en 2001 para incorporar a los países en desarrollo al sistema comercial multilateral y revertir décadas de reglas comerciales injustas. Nueve años después no hay aún acuerdo pero sí una lucha encarnizada entre intereses nacionales. Los líderes mundiales debieran reflexionar sobre qué ha fallado en la OMC durante estos años para evitar repetir los mismos errores en Copenhague. Los millones de personas que en países en desarrollo están ya sufriendo los efectos del cambio climático no pueden permitirse otra década perdida.
Dos han sido los ingredientes de la fallida experiencia en la OMC: la falta de un liderazgo político capaz de defender el interés común por encima de los particulares y la tendencia de los países desarrollados a olvidar que han sido ellos los grandes beneficiarios del sistema establecido y que ha llegado el momento de asumir responsabilidades.
Copenhague apunta peligrosamente hacia estos mismos errores. A punto de iniciarse la Cumbre los países desarrollados aún no han fijado un nivel ambicioso de reducción de emisiones ni han comprometido financiación y transferencia tecnológica adecuada para los países en desarrollo. Además exigen a los grandes países en desarrollo niveles de compromiso equiparables a los suyos. Debieran recordar que en India el 80% de la población aún vive con menos de dos dólares al día y que un ciudadano estadounidense emite seis veces más CO2 que uno chino.
Avances sociales de la humanidad, como la abolición de la esclavitud o el sufragio universal, no estuvieron exentos de dificultades, pero se superaron gracias a fuertes liderazgos respaldados por una sociedad civil exigente y activa. A nuestra era le ha tocado luchar contra la pobreza y el cambio climático y debemos estar a la altura del reto: gobernantes y ciudadanos. No nos queda otra alternativa y el tiempo se acaba.
Ariane Arpa. Directora general de Intermón Oxfam