La hora de asumir la reconversión de la música
Aunque la legislación contra el intercambio de archivos avanza, artistas e industria consolidan distintas vías alternativas para obtener ingresos: venta online, 'streaming', 'merchandising', conciertos...
La política sigue muy por detrás de la tecnología. Esta semana el Parlamento Europeo ha acordado que se desconectará de internet a los usuarios que descarguen contenidos con derechos de autor, después de que la cuestión lleve en la calle casi una década. Al margen de que tal medida sea aplicable, lo cierto es que buena parte de la industria musical, la primera que se vio afectada por el tema, ya está funcionando de acuerdo al nuevo escenario.
Tampoco queda mucho más remedio. Según los datos de Afyve, la patronal del disco en España, en el primer semestre de 2009 las ventas de CD cayeron un 35,15% respecto al año anterior -que ya venía totalmente a la baja-, para facturar 72 millones de euros. Ese es el dato que habitualmente convence de los problemas de la industria. Pero con cifras aún modestas, apenas 1,8 millones de facturación, la venta para dispositivos digitales portátiles creció un 1034% y señala un camino que todas las grandes del sector informático van a emprender a rebufo del éxito del servicio iTunes de Apple.
Con precios de 99 céntimos de euros por canción y 9,99 por álbum completo, el servicio de venta digital de Apple lleva vendidas en todo el mundo 8.500 millones de canciones hasta el pasado mes de septiembre, y cuenta con una cartera de 100 millones de clientes activos en 23 países. Zune, de Microsoft, y servicios similares de Nokia o Samsung se sumarán al sector. También las discográficas han creado un portal de internet, Promusicae.org, que permite escuchar los temas que forman su lista de éxitos online y acceder a tiendas para comprarlos.
La escucha online es también la herramienta empleada por los cinco millones de usuarios de Spotify, el servicio de streaming -escucha en directo desde un servidor remoto- de origen sueco que está implantado en seis países, incluyendo España. En los anglosajones es más popular por el momento Last.fm, que acaba de incorporarse a los servicios disponibles en Xbox 360 y ha conseguido 500.000 cuentas en apenas una semana. Una iniciativa española de calidad al respecto es Yes.fm.
En todos los casos, se ofrece música gratis -por la que pagan unas pequeñas cantidades prefijadas a las entidades gestoras de derechos-, bien con publicidad o siguiendo una selección de temas propuestos por el servicio; en caso de querer escuchar un disco determinado en un momento puntual, hay que recurrir a las modalidades premium, con precios en torno a los 8-10 euros mensuales.
Las propias discográficas admiten que todas estas vías, y otras como merchandising, conciertos o patrocinios, son las que permitirán sobrevivir a la industria. Como reconocía en este mismo periódico Simone Bosé, responsable de EMI en España, "el símil perfecto es el del deporte: hace 20 años dependían de la taquilla, y ahora está en un segundo plano".
Un creciente número de artistas simpatizan también con todo el movimiento. No sólo poco conocidos que se promocionan a través de webs como Jamendo, sino también estrellas, desde Coldplay hasta Radiohead, que han ofrecido trabajos gratis en internet sin que ello haya perjudicado a su carrera.