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Ganan Barroso y Berlín; pierden Londres y los socialistas

Los nombramientos aprobados ayer en Bruselas dejan varias consecuencias políticas e institucionales que pueden marcar la vida del club comunitario durante las próximas décadas.

Una de ellas es que José Manuel Barroso es más presidente. El portugués sale reforzado de un envite en el que buscaba una presidencia del Consejo Europeo que no hiciese sombra a la de la Comisión Europea. La Comisión nunca estuvo de acuerdo con la creación de ese nuevo cargo y sólo lo aceptó a cambio de que el Alto Representante pasase a estar a las órdenes de Barroso. Con ese objetivo logrado, convenía que en la institución veciina no hubiese alguien de gran talla internacional que eclipsase al portugués.

El segundo nombramiento también conviene al renovado presidente de la Comisión. Catherine Ashton, como él mismo dijo ayer, "es la única baronesa a la que puedo llamar Cathy". La tiene a sus órdenes desde hace un año como comisaria europea de Comercio. Y si le ha dado su visto bueno debe ser porque sabe que puede atarle corto. Alguien como el ministro de Exteriores británico, David Miliband, que a sus 44 años tiene toda una carrera por delante, tal vez hubiera sido mucho más ambicioso e incontrolable.

Mi tercera lectura quizá no la comparta mucha gente. Creo que el nombramiento de Ashton, con todo respeto hacia la baronesa, es una derrota de Londres. Puede parecer una jugada maestra de la diplomacia británica, que con su apuesta por Tony Blair ha logrado arrancar un cargo importante.

Pero el primer ministro Gordon Brown ha comprobado que la UE ya es demasiado compleja como para que los caprichos londinenses siempre se cumplan. Angela Merkel, con el apoyo resignado de Nicolas Sarkozy, ha aplastado al candidato británico. Y Londres no ha podido maniobrar para bloquear al primer ministro belga, como hizo en los nombramientos para presidir la CE en dos ocasiones anteriores.

Ni siquiera los países del Este, que ya no parecen sentirse en deuda con el país que apoyó decididamente la ampliación, han acudido al socorro de Brown. Ha primado la identificación ideológica de los Gobiernos, la mayoría conservadores, y se han alineado con la tesis defendida por Alemania y Francia. El próximo susto para Brown, del que tomará nota su probable sucesor, David Cameron, puede llegar con la nueva supervisión financiera.

Quedan en cuarto lugar las consecuencias para los socialistas europeos. Se han hecho con un cargo muy importante, el de Alta Representante y Vicepresidenta de la Comisión. Pero han tenido que aceptar tres conservadores en las presidencias de la Comisión, del Consejo y del Parlamento, como fiel reflejo de una mayoría conservadora que controla el continente.

La penuria de la izquiera es tan evidente que incluso les ha costado encontrar candidato para sustituir a Javier Solana al frente de la diplomacia comunitaria. Al final, han salvado las apariencias apostando por una mujer, que les permite presumir de equlibrio de género. Pero el proceso de selección ha dejado claro que ha sido un descarte de nacionalidades en el que los socialistas tenían muy pocas bazas que jugar.

Foto: Nicolas Sarkozy y Angela Mekel momentos antes de empezar la cumbre (B. dM., 19-11-09).

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