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Columna
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Todavía es pronto para un G-2

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tendrá un encuentro amistoso con su colega chino Hu Jintao esta semana. Los dos países dependen demasiado el uno del otro para esperar otra cosa. Puede que dentro de pocos años, Hu, o su sucesor, sea capaz de decir al líder estadounidense lo que tiene que hacer. Pero todavía no.

La ventaja de China sobre EE UU no proviene de su relativamente buena recesión. Aunque la tasa de crecimiento anual del PIB de China nunca cayó por debajo del 6%, el descenso del PIB en EE UU fue del 4%. La diferencia tiene que ver con un eficaz paquete de estímulo para la economía china de 585.000 millones de dólares, pero sobre todo con el impulso logrado por una elevada inversión en un país todavía pobre.

La principal ventaja de China es su futuro. Es una creciente potencia económica, mientras que EE UU es un mercado maduro. El Reino Medio será la economía más grande del mundo mucho antes de que los 1.100 millones de personas que lo pueblan adquieran las comodidades burguesas que los 300 millones de estadounidenses dan por sentado. Esta perspectiva puede ser realidad dentro de una o dos décadas, pero los deseos económicos de China ya son casi tan importantes como los de los americanos.

En la actualidad, China es un acreedor, mientras que EE UU es un deudor, el mayor del mundo. La mayoría de los 2,3 billones de ingresos de divisas del gigante asiático se realizan en dólares, y EE UU ha externalizado la producción de muchos bienes básicos de consumo a productores extranjeros, a menudo chinos.

Pero China no puede hacer mucho con esta ventaja mercantilista. Si se trata de vender una gran parte de sus dólares, como resultado de la caída del billete verde, socavaría el valor de su portfolio. Si China trata de apretar a los EE UU no otorgándole más crédito, corre el riesgo de reducir las exportaciones y puestos de trabajo en casa.

Los Gobiernos de Obama y Hu son jockeys con ventaja -los chinos por quejarse del despilfarro de Estados Unidos y veladas amenazas al dólar; EE UU por aranceles selectivos y por no alegrarse de la revalorización del yuan-. Sin embargo, para la próxima reunión, las relaciones se presentan como un empate.

Por J. Foley y E. Hadas

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