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9.000 números de Cinco Días

Más abiertos, más diversos, más integrados y, de nuevo, cambiando

En los últimos 30 años, la economía española ha dado un giro radical que aún no ha concluido

Desde el punto de vista económico, las tres décadas largas pasadas desde la fundación de CincoDías, en marzo de 1978, se han caracterizado por una sucesión vertiginosa de cambios acompasados a la evolución política. La Constitución, aprobada a finales de ese mismo año, instauró el Estado de las Autonomías, que ha dado lugar a un grado de descentralización equiparable al de un país federal y ha centrado en las regiones la gran mayoría del gasto público.

La primera fase por la que pasó la economía española tras la reinstauración de la democracia fue la de la estabilización, derivada de los Pactos de la Moncloa. Gracias a ella se pudo controlar una inflación y unos tipos de interés disparados al 19% y el 26%, respectivamente. El ajuste, que generó tensión social al compás de la reconversión industrial, fue doloroso en términos de empleo, hasta el punto de que, ya entrados los años 90, la población ocupada era la misma que en el inicio de la Transición. Sólo en el último ciclo alcista se consiguió que la afiliación a la Seguridad Social diese el estirón, pasando desde 12 hasta 20 millones de personas.

La fase siguiente se inició en 1986, cuando España realizó su sueño de ingresar en la Comunidad Económica Europea. A raíz de esa integración y de los tratados que convirtieron a la CEE en la actual Unión Europea, España olvidó los tiempos del aislamiento para pasar a formar parte de un mercado único donde los bienes, los capitales y casi 500 millones de personas circulan con casi total libertad. Las presiones competitivas consiguientes han obligado a las empresas españolas a adaptarse con distinto éxito, pero las posiciones internacionales de nuestras firmas en el sector financiero, las telecomunicaciones, la construcción o la energía eran inimaginables hace tres décadas.

El ajuste inicial fue duro. Hasta entrados los noventa no se superó el empleo del 78

El auge económico de finales de los 80, cuando bastante gente se hizo muy rica en muy poco tiempo, terminó cuando se apagó la luz de las fiestas de 1992 (los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla). Después de la brillantina, España se encontró de nuevo con una dura recesión económica y una tasa de paro por encima del 20%.

La salida de la penúltima crisis vino de la mano de una intensa oleada de privaciones, por la que las compañías de bandera del sector público pasaron a manos privadas. Esa política contribuyó a popularizar la participación en la Bolsa y a sanear las arcas públicas, condición sine qua non para formar parte del selecto grupo que adoptó el euro como moneda común hace ahora diez años. La entrada en la zona euro dejó a España sin mando sobre la política monetaria y cambiaria, pero el país ganó a cambio una estabilidad especialmente de agradecer en las actuales circunstancias.

El descenso de los tipos de interés derivado del euro y la masiva llegada de inmigrantes dieron lugar a la última fase alcista de la economía, que duró tres lustros y llevó la renta per cápita española a los niveles medios de Europa. La historia más reciente es bien conocida: los desequilibrios internos (fundamentalmente, los excesos de la construcción y el endeudamiento) se sumaron a la crisis financiera para introducir la economía española en la recesión más aguda de la democracia.

El cambio del modelo productivo se erige hoy como la gran apuesta de futuro. Para lograrlo, las empresas españolas aportan una ventaja crucial: el liderazgo planetario en sectores como el de las energías renovables, protagonista de la próxima revolución industrial. Los tradicionales posos de pesimismo inherentes al carácter español, que se fueron superando con los cambios generacionales, empiezan a resurgir impulsados por el desaforado aumento del paro. Una revisión ponderada de lo logrado desde 1978 debería, empero, incitar a ver la botella medio llena.

Los ejes

Cambios con mayor impacto económico-Estado autonómico: un giro político radical ha llevado a las regiones a gestionar el grueso del gasto público.-Europa: la entrada en la actual UE metió a España en un mercado único de bienes, capitales y personas.-Privatización: el sector público perdió peso y la participación en la Bolsa se democratizó.-Inmigración: la llegada de millones de nuevos españoles impulsó el último ciclo alcista.

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