ITV sale del paso
ITV está teniendo más éxito arreglando su balance general que su salón de juntas. Un bono convertible de 120 millones de libras es la última de una serie de medidas de refinanciación dirigidas a empujar los pagos de la deuda de la emisora británica. Y esta aproximación gradual a la reparación del balance parece funcionar.
La asediada compañía aseguró un préstamo de 50 millones de libras en febrero y emitió un bono de 58 millones en abril. Ambos acuerdos salieron caros, pero ayudaron a ITV a financiar una oferta de intercambio de deuda. Eso permitió a la empresa a pagar parte de un bono de 500 millones para 2011 y renovar gran parte de éste hasta 2014.
La emisora ha encontrado ahora una manera más barata de conseguir capital: sumergirse en el espumoso mercado de bonos convertibles. Al darle a los inversores opción de siete años para convertir los bonos en stock, ITV pagará un cupón de tan sólo el 4% anual por el bono. Todo un descuento sobre el rendimiento de sus bonos, que actualmente están al 6%. La emisión del bono aplaca las preocupaciones acerca del pago del resto de los 140 millones de deuda que vence en 2011 y amplía el vencimiento medio de la deuda.
Para los inversores, el bono convertible ofrece la ventaja de cubrirse las espaldas de comprar acciones con la seguridad que dan los bonos. Además, la prima de la conversión, establecida en el 40%, por encima del margen del 32 o 37%, se cuenta entra las más altas del año, ofreciendo a los accionistas de ITV protección adicional.
El éxito de la emisión es tanto más sorprendente debido a que ITV ha forzado la venta de SDN, su unidad digital terrestre valorada en unos 300 millones de libras. La división se usará ahora como una garantía para el fondo de pensiones. Esto al menos contentará a los miembros del consejo de administración a falta de una gran inyección de capital.
Con todo, ITV ha evitado lanzar una ampliación de capital. ¿Pero por cuánto tiempo? Eso nadie lo sabe. Mientras los mercados de deuda mantengan su buena salud, ITV seguirá ganando tiempo. Pero algún día tendrá que pagar sus deudas.
Por Nicholas Paisner