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La asunción de riesgo y la cocaína

La agencia Bloomberg publicaba ayer un interesantísimo reportaje sobre la extensa adicción a la cocaína y al alcohol de los brókeres que trabajan en la City londinense. Cuenta la historia de varios afectados que se han visto inmersos en una espiral de adicciones a lo largo de los últimos años de frenética actividad financiera. Ellos mismos reconocen que el fenómeno es rampante en el centro financiero de Londres. Que durante años, lo normal ha sido trabajar bajo una presión increíble para luego irse de fiesta.

Explican que se iniciaron en las drogas como una vía para mantener la misma sensación de actividad que tenían durante sus horas de trabajo. Y los científicos explican que no es casualidad, porque tanto la cocaína como el riesgo inhiben la reabsorción de dopamina, lo que impide las señales de cansancio o agotamiento.

El caso es que la crisis, entre otras consecuencias, ha provocado una avalancha de ingresos en clínicas de desintoxicación del Reino Unido; un fenómeno que alguno de los afectados achaca a la rebaja de los bonus. Vamos, que muchos brókeres, a la vista de que los incentivos para estar bajo presión han descendido, han comenzado a replantearse su vida y a considerar si merece la pena ponerla en peligro por ganar más dinero.

Sobre la mesa de los grandes organismos está la imperiosa necesidad de limitar los bonus a corto plazo, a los que se acusa de haber contribuido a la crisis; si no de haberla provocado. La presión para obtener el bonus ha favorecido la asunción de riesgos, y de aquellos polvos, estos lodos sobre los que navegamos.

Pero el caso de La City debería llevar a una reflexión algo más profunda. Porque parece que el modelo de los últimos años ha afectado a algo más que al sistema financiero. Y la economía, al fin y al cabo, es una ciencia social, que analiza el comportamiento de los seres humanos. Entre otros, el de aquéllos que hoy están en clínicas de desintoxicación.

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