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Columna
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Las insensatas maniobras de EDF

La tozudez en el mal obrar no es una virtud. El Gobierno francés tendría que recordar esto antes de seguir adelante con sus planes para estrechar más la relaciones entre EDF, el grupo eléctrico de propiedad estatal, y Veolia, la compañía de aguas y servicios medioambientales.

Puede que ya sea demasiado tarde para evitar el escándalo. Bajo presión del Gobierno, la junta de Veolia ha cedido obedientemente a los deseos de su actual jefe, Henri Proglio. Está listo para ser el nuevo consejero delegado de EDF y mantener en su antigua compañía el puesto de presidente no ejecutivo. Así que parece que no tendrá que asumir el recorte de sueldo que supone trabajar en una compañía estatal.

Parece que el Gobierno ha parado la idea de Proglio de una fusión plena entre sus grupos futuro y pasado. Pero a París le gusta la idea de que EDF aumente significativamente su participación en Veolia. El último plan contempla el intercambio de la participación del 50% de EDF en Energies Nouvelles, su próspera filial de energía eólica y energías alternativas, por acciones de Veolia.

A precios de mercado, la participación de EDF en Energies Nouvelles podría equivaler a un 12% de Veolia. Añadámosle eso al 4% que ya posee EDF y al 10% del banco estatal Caisse des Dépots y el Gobierno controlará de facto Veolia con un 26% de las acciones, además de con unos pocos accionistas amigos. Veolia, entonces la Compagnie Générale des Eaux, se las ingenió para evitar las nacionalizaciones socialistas de principios de los ochenta.

Un plan anterior contemplaba que EDF cediese a Veolia su 34% de su compañía de servicios energéticos Dalkia. Pero el Gobierno ha elegido evitar este conflicto de intereses: Proglio podría haber sido vendedor y comprador de una compañía no registrada cuya valoración era susceptible de ser impugnada por los accionistas minoritarios de EDF o Veolia. Energies Nouvelles está registrada, así que al menos el trato podrá ser transparente a nivel financiero.

Pero el hecho de que sea transparente no implica que la operación sea buena. Francia no necesita otro grupo en manos estatales, los accionistas de EDF y Veolia no necesitan alianzas sin sentido y ambas compañías necesitan concentrarse en sus propios desafíos.

Por Pierre Briançon

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