Una fusión en busca de la eficiencia
Caja Navarra (CAN) y CajaCanarias anunciaron ayer su fusión mediante el sistema institucional de protección (SIP), una fórmula más conocida como fusión virtual. Para ello crearán una sociedad común, con sede en Madrid, de la que colgarán las dos cajas. Pero ambas mantendrán su personalidad jurídica, con sus órganos de gobierno, y gestionarán de forma individualizada su obra social. Igualmente, explotarán sus actuales marcas en sus respectivos territorios de influencia.
Sin embargo, se trata de una fusión más real que virtual. El grupo económico de nueva creación integrará los negocios de ambas -fondos, seguros y carteras industriales-, pondrá en común las políticas de riesgo, desarrollará servicios comunes, unificará la tecnología e incluso contará con una nueva marca comercial para expandirse en el resto del territorio nacional y en el extranjero.
La operación anunciada ayer no se asemeja en nada a las otras ya en proceso. Su gran virtud estriba en ser la primera interregional, y es igualmente la primera entre dos entidades notablemente saneadas que no precisan salvavidas. Lo que supone una clara diferencia frente a las cuatro operaciones ya en marcha -las dos fusiones entre entidades catalanas, la de las cajas castellanoleonesas y la de las tres andaluzas patroneada por Unicaja- y a la operación alrededor de la manchega CCM, intervenida por el Banco de España en marzo, y en proceso de venta. En todas ellas, la mala situación de alguna de las entidades ha desencadenado las fusiones que se han resuelto dentro de una misma región con un sesgo marcadamente político.
La decisión anunciada ayer por la CAN y CajaCanarias es una buena noticia, porque la fusión se realiza con el objetivo de ganar eficiencia, además de tamaño. Y para dejarlo patente, han aclarado que no acudirán al FROB porque, simplemente, no necesitan fondos públicos. Es un paso en el buen camino y sería deseable que otras entidades emulasen a las entidades navarra y canaria. Aunque siempre será preferible una integración pura, el SIP es una solución acertada que ha permitido que dos cajas de distintas regiones se fusionen bajo criterios profesionales. La operación ha quedado además abierta a otras cajas, como Caja Asturias, Caixanova o Caja Cantabria. Si se suman, la resultante empezará a poder codearse con las líderes, lo que aumentará la deseable competencia.
Hay que congratularse de que este acuerdo se haya producido sin las siempre inconvenientes interferencias políticas. Algo no tan seguro en las otras operaciones en marcha, o en la posible solución para CCM, en la que es imprescindible que la elección de la compradora, un proceso que exige total transparencia, se establezca con criterios de eficiencia. Y eso se garantiza si es el Banco de España, y no las ataduras políticas, el que culmine la operación.