Cultura empresarial a tres bandas
Es muy difícil combinar dos culturas bancarias. Bank of America (BofA) está intentando unir tres después de comprar Merrill Lynch y dar el cargo máximo a una estrella de Goldman Sachs. El éxito es posible, pero el banco estadounidense podría acabar con lo peor de cada uno.
BofA ha renovado el liderazgo de las áreas de finanzas corporativas y asesoría, un mes después de que Tom Montag, el lince de Goldman, sumara esas áreas a su mandato sobre mercados, y no ha conseguido convencer a los empleados de Merrill del compromiso de su nuevo propietario con la banca de inversión, sobre todo fuera de EE UU.
La primera decisión de Montag ha sido convertir al hombre fuerte de Merrill en Europa, Andrea Orcel, en su mano derecha. Orcel trabajará junto a otros tres directores, dos en Nueva York y otro en Londres. Otro colaborador de Montag será enviado a Hong Kong desde Manhattan para presidir la región Asia-Pacífico.
Este monstruo multicéfalo parece diseñado para apaciguar los egos. El esfuerzo hercúleo que requiere su gestión estará marcado por el choque cultural que está a punto de desatarse.
Montag fue contratado por su compañero de Goldman John Thain justo antes de la venta de emergencia de Merrill a BofA de hace un año. Ya parecía un desafío aplicar el modelo asociativo de Goldman al estilo individualista de Merrill. Para superponer a lo anterior la cultura de gestión de BofA, con más peso del comité ejecutivo, hará falta una habilidad extraordinaria.
Cada una de estas filosofías funciona por separado. Las asociaciones flaquean enseguida cuando falta confianza entre los socios. Los comités invadidos por el cinismo terminan siendo ingobernables. Los banqueros que necesitan autonomía para prosperar se transforman en renegados si la cultura es inconsistente.
Tranquiliza el hecho de que Orcel representa un voto de confianza en el sistema por parte de Montag y el presidente de BofA, Ken Lewis. Sin embargo, la historia no está de su parte. Según los precedentes, los intentos de cimentar una cultura de cohesión derivada de varias compañías acaban en fracaso en pocos años. BofA se enfrenta a una dura lucha. Probablemente la nueva estructura de gestión no dure mucho tiempo.
Jeffrey Goldfarb