Síntomas de moderación en la mora
La morosidad del sistema financiero bajó por primera vez tras más de 20 meses de incrementos continuados, según los datos del Banco de España difundidos ayer. Así, el conjunto de la banca colocó sus impagos de junio en el 4,6% del saldo vivo crediticio, con una tímida reducción de seis puntos básicos frente al 4,66% del mes de mayo. Los expertos se apresuraron a pedir tranquilidad y presagiaron nuevos repuntes en los próximos meses. Incluso hay voces más críticas que alertan de posible cosmética en las cifras por parte de algunas entidades propensas a refinanciar los créditos o incluso adquirir los inmuebles de sus clientes morosos para evitar tener que sumar el crédito como fallido.
Ciertamente, hay que mostrarse cauto y esperar a ver cómo evoluciona la tasa en los próximos meses antes de considerar que se ha producido una inflexión. Sin embargo, es probable que la morosidad siga creciendo arrastrada por el aumento del desempleo. El número de familias donde ningún componente tiene trabajo sigue creciendo, lo que hace presagiar que se verán obligadas a dejar de afrontar el pago de sus hipotecas. Por tanto, sería temerario pensar que la morosidad ha tocado techo para empezar a bajar.
No obstante, convendrá poner en cuarentena algunas de las previsiones lanzadas a finales del pasado año, en el sentido de que para el próximo diciembre se alcanzarán tasas cercanas al 9%.
Lo cierto es que durante el año pasado se ha triplicado la tasa -desde un 1,04% de enero hasta el 3,37% de diciembre- y sólo en el segundo semestre se incrementó en 167 puntos básicos. No obstante, el ritmo de crecimiento se ha ido moderando y en el primer semestre de este año el incremento se ha reducido a 70 puntos básicos (del 3,89% al 4,60% del pasado junio).
Esta moderación se explicaría en que los fallidos actuales están ligados a las familias, frente al de los últimos meses del pasado año y el primer trimestre de éste relacionados con la quiebra de empresas, en especial promotoras inmobiliarias. Aquella primera oleada de morosidad implicaba menos clientes, pero con deudas muy cuantiosas lo que explica aquellas primeras cifras.
La nueva oleada, que desgraciadamente continuará, supone un goteo constante, de más clientes, pero con deudas menores. Además, los nuevos controles de riesgo de las entidades, mucho más estrictos, disminuyen la posibilidad de morosidad entre sus nuevos clientes. La banca deben continuar en esta línea de rigor, aunque paralelamente y conforme se detecten síntomas de mejoría en la economía -y algunos empieza a haber- deberán normalizar el acceso al crédito de las pymes y las familias. Pero, por ahora, y sin pecar de pesimistas, todo indica que la morosidad se ha tomado un respiro antes de volver a subir.