El gran enfermo global se recupera
Los grandes bancos globales de EE UU, Suiza o Reino Unido, las entidades sistémicas que han estado a punto de dinamitar la economía internacional llevando el apalancamiento financiero hasta el paroxismo, comienzan a recuperar la salud. Las intervenciones quirúrgicas de los reguladores, con descomunales inyecciones de capital y avales a sus emisiones de refinanciación, y tras mediar varias operaciones de concentración, han logrado que la banca vuelva a los números negros. Aunque ha sido la diana de las críticas más severas como responsable primera de haber llevado la economía mundial a las puertas mismas del abismo, junto con los reguladores y supervisores de sus actividades, que recuperen la salud es la mejor noticia para la economía mundial. Sin una industria financiera fuerte, bien capitalizada y que ejerza de forma responsable la intermediación entre el ahorro y la inversión, no hay manera de recuperar la confianza en el crecimiento.
Falta por conocer si todos han limpiado en su integridad los balances de activos tóxicos, o si han puesto a valor real todos los que se han depreciado, como para generar la confianza necesaria en los mercados interbancarios, que siguen sin dar señales de recuperación. Sólo entonces los bancos centrales podrán soltar los hilos de la marioneta y dejar caminar sólo al sistema. Eso sí: redoblando la vigilancia que antes descuidaron.