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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Recesión, resultados empresariales y reformas

Las cuentas de resultados de las grandes empresas cotizadas españolas arrojaron en los seis primeros meses del año un descenso del 37% en sus beneficios netos, con una caída del 19,6% en las ventas y del 15,9% en el resultado de explotación (beneficio antes de abonar costes financieros, impuestos, amortizaciones y depreciaciones de divisas). Aunque están notablemente distorsionados por Endesa y Arcelor Mittal en el beneficio y por Repsol en ventas por el desplome del crudo, son coherentes con el comportamiento de la demanda en el país y en el resto del mundo para las empresas que operan en el exterior, y que ha soportado contracciones desconocidas en las últimas décadas. Pese a acumular cuatro trimestres de caídas del resultado e intensificar el descenso de las ventas, y en la misma línea de lo comentado ayer en estas mismas páginas para los bancos, la gestión detallada de los recursos en manos de las empresas ha maquillado notablemente los resultados finales. El control de los costes ha vuelto a ser la práctica habitual para sacarle el mejor partido posible a un descenso general de la cifra de negocio bastante abultado. De hecho, excluyendo a Endesa y Arcelor del cálculo, las empresas del Ibex ofrecen un resultado operativo en el semestre muy aceptable.

Las compañías del Ibex 35 con una actividad de pura transformación industrial, como de Acerinox, Arcelor o Repsol, han experimentado una mayor contracción de sus negocios, muy ligada a la pérdida de pulso de la actividad manufacturera en el mundo, que ha tenido también reflejo en los indicadores de comercio internacional. Sin embargo, las empresas de servicios con comportamiento menos contractivo (los ingresos de Telefónica sólo han bajado un 1,9% y los de las concesionarias se han acercado a cero, cuando no han subido en el semestre) e incluso han encontrado un alivio precisamente en la internacionalización de su base operativa. Así, mientras Telefónica ha compensado con Latinoamérica y Europa los discretos resultados generados en España, los grandes bancos han tenido también un mejor comportamiento del negocio fuera de España que dentro.

El desempeño, en todo caso, no es diferente del que han ofrecido las empresas en otras economías, como tampoco lo es el reflejo que han tenido en las cotizaciones de sus títulos en Bolsa. Pese a estar atrapados en la mayor recesión desde la década de los treinta del pasado siglo, han sido los resultados de las empresas los que han impulsado las cotizaciones en las últimas semanas. En España, el índice que componen las 35 empresas más líquidas del mercado ha subido un 18% en el año y casi un 60% desde los valores mínimos marcados en los primeros días de marzo. Notablemente por encima de otros mercados maduros, y más en línea con el comportamiento de las Bolsas de los países emergentes. Aunque los analistas empiezan a considerar un exceso el avance de los mercados en el entorno recesivo en el que se mueven los negocios, el dinero empieza a fluir hacia las empresas que han demostrado especial resistencia a la crisis y especial capacidad de gestión para minimizar las pérdidas.

Pero el entorno sigue siendo muy preocupante. El Banco de España estima que la producción ha descendido un 4% interanual en el segundo trimestre, aunque el descenso intertrimestral se ha limitado al 0,9%, la mitad que en el primer trimestre del año. La demanda interna es la responsable del ajuste de la actividad. La caída de la renta disponible y la expectativa negativa de los hogares, junto con las condiciones más restrictivas del crédito pese a la rebaja de los tipos, así como el efecto pobreza generado por la pérdida de valor de los inmuebles, han frenado la demanda privada y han disparado el ahorro.

Es labor de la política económica dar la vuelta a la situación. O al menos poner las bases para que, cuando la situación se estabilice, la demanda crezca con la seguridad que proporcionan unas reglas flexibles. El Gobierno no debe huir de las reformas que la doctrina tiene identificadas para expandir el crecimiento potencial de la economía, y acabar con la maldición de que España tiene que convivir con una tasa de paro del 20%. Reforma laboral integral, reforma energética, reforma de la justicia, reforma de la educación, reforma financiera, reforma de la distribución comercial y toda reforma que ayude a generar actividad y empleo.

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Fernando Martínez

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