Italia necesita ponerse seria
Las travesuras amorosas, presuntas o reales, de Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, copan los titulares. Pero es una seca publicación de la oficina de estadísticas italiana la que revela su grave problema con la rigidez -en los asuntos económicos-.
El informe de las finanzas públicas en el primer trimestre muestra un aumento súbito en la necesidad de préstamos públicos -del 5,7% al 9,3% del PIB en un año-. Una contribución importante a este deterioro ha sido el incremento del 7% en los sueldos pagados por el Gobierno, en un país con un 1% de inflación.
Esta inflación pública italiana no es motivo de risa. No sólo elevará el déficit público, sino que es un claro signo de que la competitividad italiana continuará deteriorándose.
El mayor problema de Italia -peor incluso que sus montones de deuda- es su pérdida de competitividad frente a sus competidores en Alemania y Francia -y, dada la fortaleza del euro, frente al resto del mundo-. Los felices días de crecimiento, ya distantes, no volverán hasta que se recupere la competitividad.
En tiempos pasados había una solución. La lira se habría devaluado, haciendo las exportaciones italianas más baratas. Pero ahora la ruta de escape de la devaluación está descartada.
Los miembros de la rígida euro zona exigen autocontrol. La cuestión es si Berlusconi e Italia pueden cumplir. Italia debería estar recortando sueldos para recuperar competitividad, no elevándolos por diversión. La falta de autocontrol sugiere un deprimido final para la aventura en la zona euro de Italia.
Puede haber tiempo todavía. Pero el Gobierno burlesco no lo tendrá. Sin algo más serio, Italia podría caerse de la zona para siempre.
Por Ian Campbell