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Tribuna
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Los reyes del granel

Hoy, 29 de junio, la OIV, organismo intergubernamental de referencia para el sector vitivinícola internacional, celebra una conferencia para estudiar medidas paliativas de la crisis. Las cifras que han saltado las alarmas se basan, sobre todo, en un descenso del consumo mundial de vino de dos millones de hectolitros, caída más acusada en mercados productores tradicionales como Italia, Francia, España y Alemania.

El dato era esperado y la industria ha ido tomado posiciones que, a día de hoy, dibujan un panorama muy esclarecedor: Italia domina como primer exportador; Francia se posiciona en los caldos de mayor calidad y su tercera plaza como vendedor es primera en valor; Sudáfrica, EE UU, Chile y Argentina ganan cuota cada año, y los países del hemisferio sur, llamados nuevos exportadores con cierto aire de suficiencia por los productores históricos, dominan ya un 30% del negocio.

¿Qué va a decir España en la OIV? En medio de este paisaje, la posición patria está bastante desdibujada. Los síntomas de caída de consumo (4% en 2008 y 8% desde 2006) deberían haber empezado a inquietar hace tiempo: las nuevas generaciones han desbancado al vino entre sus preferencias frente a otras bebidas. Nuestra producción cae y las exportaciones también, a pesar de tener una de las mayores superficies de cultivo; pero lo más significativo es que sólo vendemos fuera lo peor que producimos, el caldo sin personalidad y sin valor añadido. Nos hemos convertido en los reyes del granel del mercado internacional.

El mundo del vino no puede escapar a la transformación que imprime el dinamismo de la economía. Ocurre indefectiblemente en todos los mercados. El producto que no aporta valor es el más fácil de sustituir.

Llevamos muchos años produciendo buenos vinos. Sabemos hacerlo como los mejores y, de hecho, existen buenos productos en todas nuestras regiones. Sí, sabemos hacer vino, pero lo que no sabemos es venderlo. Tenemos la costumbre de medirnos pensando sólo en nuestro producto, lo cual equivale a usar mediciones tan subjetivas como número de paladares o de enólogos distintos existen. Luego, una vez que las botellas reposan en nuestro almacén, las empujamos a ver dónde y cómo las colocamos. Hace falta poca imaginación para entrever qué ocurre cuando el mercado falla.

Imaginemos ahora otra opción. Imaginemos que somos capaces de analizar qué vinos están teniendo éxito: cuáles son sus características y su estrategia. Si identificamos productos adecuados y gustos de consumidores para cada mercado, podemos encontrar los potenciales compradores del nuestro. La diferencia es abismal: entre errar el tiro y afinar la puntería para vender más y mejor.

Nuestro objetivo debe ser disputarles el puesto a Francia o a Italia. Las técnicas adecuadas están disponibles en el mercado, lo que necesitamos es un cambio de mentalidad. Pero antes de que sea tarde: dejar de ser los reyes del granel para convertirnos en los reyes del vino.

Fernando Martínez. Consejero delegado de dRaiz

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