La Bolsa gana posiciones con inversión defensiva
La Bolsa está a punto de culminar los dos trimestres encadenados que encarnan la cara y la cruz de la renta variable, frutos ambos de la extrema sobrerreacción del mercado tanto con la pesadumbre como con la euforia. Si en el primer trimestre del año los índices sucumbieron hasta los niveles más bajos en muchos años y a una velocidad de vértigo desde que Lehman Brothers se declaró en bancarrota, en el segundo las Bolsas de todo el mundo acumulan apreciables revalorizaciones, pero más abultadas en los emergentes que en las economías maduras. Como respondiendo exclusivamente a decisiones compulsivas, desde el 9 de marzo hasta ahora el índice selectivo de la Bolsa española acumula un avance del 30%, cuando las condiciones económicas no han cambiado la cara más negativa en décadas, y cuando los resultados empresariales, si han de reflejar la marcha de la demanda, sólo pueden ser discretos.
Pero los analistas han vuelto a poner el foco en la renta variable, o al menos tal cosa revelan todas las encuestas de gestores de carteras y de fondos, porque consideran que lo peor ha pasado. Admiten que la tendencia general sigue siendo bajista; pero los temores de que la economía pasaría de la recesión a la depresión se han conjurado, y han devuelto el optimismo, aunque los resultados en las cotizaciones tardarán en consolidarse en los valores objetivos de hace dos o tres años.
Los escenarios son otros: liquidez temerosa, prudencia bancaria, tipos más altos y desconfianza tanto del consumidor como del inversor final. Pero si prosigue la recomposición ordenada del sistema financiero en el mundo, será cuestión de unos cuantos trimestres, quizás meses, que vuelva el apetito por la inversión corporativa, por las concentraciones, por retomar los planes que truncó la crisis financiera. Salvada ésta, si podemos anticipar tal consideración, la única duda es el coste de todas las medidas expansivas tanto en tipos de interés como de inflación, con el consiguiente freno para la inversión.
Mientras tanto, el dinero ha vuelto a tomar posiciones en las compañías que habían desplomado su precio conservando fundamentales sólidos a largo plazo, o bien tienen garantías conocidas de generación de valor para sus propietarios particulares e institucionales, ya sea por plusvalías o por generación y reparto de beneficios. Para el segundo semestre, el criterio es más cauteloso aún: ya no hay gangas en el mercado -hay valores que han duplicado su valor desde la primera semana de marzo- y el norte de la inversión debe atenerse a otros parámetros más tangibles que una simple expectativa de revalorización no fundamentada.
Con este panorama, son los valores defensivos los que ganan la batalla, con el señuelo del dividendo en metálico como brújula. En el mercado español, tal parámetro está asociado a gran capitalización, gran porcentaje de capital flotante, reconocibles planes de negocio, diversificación geográfica e internacionalización de las ventas, y, a ser posible, poco endeudamiento y una situación de tesorería saneada. Telefónica, los dos grandes bancos -Santander y BBVA-, Repsol, Enagás o Iberdrola acaparan, por tanto, la mayoría de las opiniones favorables para apostar a ganar hasta fin de año. Poco riesgo, y alta seguridad en los retornos es el binomio que ofrecen ahora los expertos, tras los sustos del primer trimestre.
Aparecen también entre las preferencias de las carteras valores con sólidos fundamentales y que han soportado mejor la travesía del ajuste de cotizaciones en los últimos meses. Es el caso de Grifols, Técnicas Reunidas, Indra o Viscofan. Empresas todas ellas que atesoran parecidos fundamentos a los de los blue chips, que las blindan de los vientos más fríos de la crisis: internacionalización, nichos de negocio con pocos oferentes y escasas obligaciones financieras. Es muy probable que los mercados ni vuelvan este año a los mínimos de marzo, ni a los máximos que marcaron en la primera semana de enero. Pero el movimiento lateral que puede esperarse consolidará la revalorización de las apuestas citadas. La recuperación ha empezado ya en China y algunos otros emergentes; seguramente echará raíz en EE UU a finales de este año, y en 2010 llegará a Europa. Pero tal circunstancia es imprescindible para que arranque también en España y la renta variable vuelva a ser el instrumento de financiación empresarial primero, y en una alternativa de inversión con retornos razonables para los inversores, por añadidura.