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Columna
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Una banca voluble

Los bancos de inversión están volviendo al loco comportamiento de la era precrisis. La codicia por compartir mercado de algunas firmas parece estar invalidando el persistente temor al colapso. Como el androide de metal líquido de las películas de Terminator, la piezas rotas de la máquina bancaria están volviendo a conectarse para tomar su antigua forma. Los intermediarios están siendo cortejados con contratos de varios años. Algunos están incluso saliendo disparados hacia sus jets privados, a juzgar por las recientes cifras del City Airport de Londres.

JPMorgan ha alegado que los bancos rivales están ofreciendo a los clientes condiciones favorables para atraer capital que quiebra completamente la valoración del riesgo de quedarse con un paquete de stocks sin vender.

El comportamiento sugiere un seguimiento despreocupado de las tablas comparativas y una creencia irracional en que los márgenes sacrificados hoy conducirán a acuerdos más rentables mañana. Esto también revela una preocupante pérdida de la memoria a corto plazo. Los inversores pueden haber tenido últimamente un aparente apetito insaciable por las emisiones de acciones, pero el sarcasmo de los acuerdos colocados, tales como la emisión de acciones de HSBC el año pasado, no debería ser olvidado tan fácilmente.

Ir a la caza de los clientes a cualquier precio sugiere que algunos bancos, al haber avanzado lentamente por seguridad, tienen aún que formular una estrategia coherente. O peor aún, están haciendo regresar a sabiendas las máquinas destructivas financieras que estaban acostumbrados a ser.

Jeffrey Goldfarb

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