España, primer mercado fotovoltaico
El sector fotovoltaico español aspira a ver nuestro sistema eléctrico con un porcentaje significativo de electricidad de origen solar. Un porcentaje significativo no es el importante 1,5% que alcanzaremos este año 2009 -suficiente para satisfacer las necesidades de electricidad de 1,5 millones de hogares-, aunque ya resulte sorprendente para quienes hace unos pocos años sólo instalaban dos paneles de 50 Wp en algunas casas aisladas de nuestro territorio.
Un valor significativo en nuestra visión es generar con los paneles solares, y de forma competitiva, más del 20% del aumento de la demanda eléctrica de aquí al año 2020, es decir, tener como potencia acumulada instalada ese año, al menos, 20 GW.
En el camino que estamos recorriendo hacia la materialización de nuestra visión, el año 2008 ha sido un año singular, un año irrepetible con todas las circunstancias a nuestro favor. Tuvimos un crecimiento espectacular, del 385%, y demostramos a todos, creyentes y escépticos, que la visión que tenemos es alcanzable, que la fotovoltaica sí tiene capacidad para ser una parte importante de nuestro mix energético.
Sin embargo, este logro, que desbordó la planificación gubernamental para la tecnología, nos abocó a un frenazo brusco del mercado con dramáticas consecuencias: en primer lugar, la pérdida de puestos de trabajo, y en segundo lugar, el cierre de empresas. Más de 25.000 empleos han desaparecido en el último año.
El crecimiento que hemos experimentado, más allá de todo pronóstico y para sorpresa del propio sector a nivel mundial, ha derivado en garantías de que no se volverán a repetir desviaciones sobre la planificación. La creación del registro de preasignación de retribución -recientemente ampliado al resto del régimen especial- lo garantiza, aunque estableciendo un modelo de mercado muy alejado del óptimo requerido por una tecnología tan dinámica como la nuestra. Este contexto debemos considerarlo como transitorio, como un periodo para recuperar un crecimiento rápido y sostenible.
Y en esta transición tenemos que aprovechar para aplicar las lecciones aprendidas, reforzar nuestro tejido empresarial, recuperar y acrecentar los niveles de empleo perdidos, y preparar la andadura por la senda que establece la Directiva 2009/28/CE al obligar a los integrantes de la UE a cubrir un 20% de su consumo energético con fuentes de energía renovable en el año 2020.
El próximo Plan de Energías Renovables 2011-2020 -quizá ya denominado Plan de Acción Nacional- es la ruta señalada para que España avance hasta la consecución de los objetivos de 2020. El documento, ya en proceso de elaboración, debe otorgar un lugar muy destacado a la energía fotovoltaica, puesto que ésta alcanzará la rentabilidad sin ningún tipo de ayudas a mediados de la década, convirtiéndose con ello en una fuente de energía básica para el país.
Otras iniciativas -como la próxima Ley de Energías Renovables y Eficiencia Energética-, acordes con la tendencia global hacia un modelo económico libre de emisiones de carbono, nos auguran un futuro muy brillante en un plazo mucho más corto de lo que cabía esperar hace dos años. España es el líder mundial en penetración fotovoltaica por habitante y puede mantener posiciones de cabeza en los próximos años, afianzándose en uno de los mercados con mayor proyección global.
En suma, el camino hasta materializar nuestra visión es apasionante. No está exento de dificultades, como la que estamos viviendo en estos duros momentos, pero las vamos a superar con el apoyo de todos.
Javier Anta. Presidente de la Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF)