La reforma de los convenios
Un año de crisis severa, con descomunal pérdida de empleo, y ni una sola reforma que merezca tal nombre en ningún mercado. Mientras los expertos y los empresarios claman por un cambio en las relaciones laborales que racionalice los costes, sindicatos y patronal se cruzan posiciones maximalistas que impiden todo pacto, y esquivan la obligación de negociación que la sociedad exige. El presidente del Gobierno, empeñado en acuerdos que respeten los pilares básicos de la legislación laboral, apuesta ahora por reformas pactadas en las empresas que dejen en suspenso los contenidos de los convenios. En 1993 se modificó la ley para que las condiciones laborales internas fuesen más flexibles, pero los convenios y quienes los han firmado han seguido imponiendo preceptos rígidos y de carácter ultractivo.
Todo acuerdo entre empresas y comités tiene plena fuerza legal, y se están ensayando modificaciones de intenso calado (reducciones salariales, ajustes de jornada, etc.) en muchas empresas que no ven otra forma de superar el ahogo de costes. Pero tales revisiones deben conllevar cambios en los convenios, incluidos los normativos que quiere esquivar el Gobierno, para que las adaptaciones de las condiciones laborales no vulneren lo establecido en los pactos colectivos y, por tanto, no corran el riesgo de ser rectificadas por los tribunales.
