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Reino Unido

Nueve ministros británicos pagan con dinero público a sus asesores fiscales

Nueve ministros británicos, entre ellos el de Hacienda, Alistair Darling, pagaron a sus asesores fiscales con dinero público, según reveló ayer el The Daily Telegraph, que cifra en 11.000 libras (12.320 euros) el dinero empleado. Si bien fuentes laboristas sostienen que los ministros implicados no violaron con su proceder las reglas sobre gastos parlamentarios, el hecho resulta éticamente discutible.

El periódico conservador lleva dos semanas publicando algunos de los gastos que políticos británicos han cargado al erario público, abusando de una normativa que ha quedado anticuada y que ahora todos los partidos reconocen que debe reformarse. El ministro de Exteriores, David Miliband y la titular de Interior, Jacqui Smith, son otros de los ministros que pagaron a sus asesores con dinero público.

Por otra parte, el primer ministro británico justificó 9.000 euros abonados a una empresa de su hermano para limpiar la piscina de su chalet. Alan Duncan, diputado conservador, pasó facturas de gastos en jardinería -incluida la reparación de un cortacésped- por valor de 5.700 euros. Algunos políticos cargaron al erario público la comida de su perro.

Darling afirmó haber contratado a un asesor para asegurarse de que pagaba a Hacienda "la cantidad exacta correspondiente a los gastos de su oficina". Una explicación similar dieron sus colegas.

En el Reino Unido, cuna del parlamentarismo, el escándalo ha levantado la ira de los contribuyentes, que ven como en un momento de crisis económica -en el que el Gobierno pide austeridad-, sus representantes utilizan el dinero público para pagar banalidades y caprichos. Además, tanto el partido laborista como el conservador abusaron del sistema de retribuciones que ofrece el viejo Parlamento británico.

El desencanto de la población ha alcanzado tal dimensión que incluso los arzobispos anglicanos de Canterbury y York, las máximas autoridades religiosas de Inglaterra, instaron a los británicos a no votar al racista British National Party en las elecciones europeas y locales del próximo 4 de junio. Temen que la desafección de los electores impulse los partidos extraparlamentarios.

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