Un debilitado Gordon Brown
Reino Unido podría beneficiarse de unas elecciones anticipadas. Standard & Poor's acaba de revisar el rating triple A de Reino Unido de estable a negativo. El Fondo Monetario Internacional también ha reclamado más acción para devolver el equilibrio a las deterioradas finanzas públicas.
Ya es hora de que el Gobierno consiga controlar la situación. Hay un riesgo exterior -aunque hay que reconocer que no es una probabilidad-, que los inversores internacionales perdieran la confianza en el país. La posibilidad que quita el sueño es que el Gobierno no pueda entonces financiarse, o sólo con unos impuestos excesivos, con lo que tendría que dar un frenazo en medio de la recesión.
Gordon Brown dice que convocar unas elecciones en medio de una recesión podría causar el caos. Pero la verdad es que es poco probable que el Gobierno que dirige tome decisiones duras antes de unas elecciones. El presupuesto del mes pasado es un buen ejemplo. Estaba basado en unas optimistas previsiones que aún verían la deuda elevarse hasta un 80% del PIB. S&P piensa que la deuda podría acercarse más al 100% en 2013. Desde entonces, el Parlamento se ha visto envuelto en un escándalo en relación a cómo los políticos de los grandes partidos han estado jugueteando con sus gastos. Esto ha intensificado la parálisis política del Gobierno.
Unas elecciones el pasado octubre, durante la peor de las crisis bancarias, podría haber sido una distracción mal recibida. Pero la continuidad de un Gobierno en la cuerda floja hasta junio del próximo año, la fecha tope en la que las elecciones deben ser convocadas, no sería tampoco recomendable. Lamentablemente, no hay casi nada que pueda hacerse para forzar a Brown a acudir a las urnas pronto -y tiene poco incentivo para hacerlo ya que el gobernante Partido Laborista podría enfrentarse a su aniquilación-. Por tanto, el país tendrá que mantener cruzados los dedos y esperar que los inversores no sieguen la hierba bajo sus pies.
Por Hugo Dixon