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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El mal presagio del desplome de la inversión

El INE puso ayer negro sobre blanco la dificilísima situación de la economía española en el primer trimestre del año. Los datos desagregados de Contabilidad Nacional arrojan una caída del PIB incluso de una décima más que su previsión de hace pocos días. Aunque pueda parecer cuantitativamente anecdótica, es otra mala noticia. El trimestre pasado la actividad descendió un 1,9% y en los últimos doce meses un 3%. Pero si se anualiza el dato trimestral, como es costumbre en las economías anglosajonas o en la japonesa, en estos momentos el PIB rozaría una caída del 8% en términos anuales. Es de esperar que la crisis no llegue a tanto a fin de año.

Lo indiscutible es que esta histórica caída de la actividad dibuja una situación dramática. Por eso sorprende más el análisis del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que durante la sesión semanal del control en el Congreso se pareció consolar porque la caída del PIB español era inferior a la de Alemania (-6,9%), Francia (-3,2%), Italia (-5,9%) o Reino Unido (-4,9%). Los datos son incontestables, pero no se puede olvidar que con una caída inferior del PIB la economía española ha destruido más de 800.000 empleos en el trimestre y la tasa de paro ha aumentado tres puntos, hasta el 17,4%. Muy por encima de, por ejemplo, Alemania, donde creció tres décimas, hasta el 7,6%; Francia, cuatro décimas hasta el 8,8%, y Gran Bretaña, dos décimas hasta el 6,9%.

La fuerte desaceleración del PIB de estos países, en especial en Alemania y Francia, se debe además al parón de las exportaciones, pero su demanda interna, tanto en consumo como en inversión, aguanta bien, lo que demuestra una solidez económica de la que carece el modelo español que ahora se intenta cambiar.

El desglose de la contabilidad española muestra serias debilidades, mucho más moderadas en otras economías, que no presagian nada bueno. La demanda nacional sigue cediendo, tanto en su línea de consumo, que se reduce en un preocupante 4,1%, como especialmente en la inversión, que se derrumba un 13%. Y este último dato es doblemente alarmante. Porque, si la empresa española está paralizando la modernización de procesos y equipamiento, se aboca a una merma añadida de competitividad. Y eso la hará más débil cuando se retome el crecimiento.

Esa recuperación está más cerca, según el diagnóstico de la vicepresidenta Elena Salgado. Y también de José Manuel Campa, que ayer, en su primera comparecencia como secretario de Estado de Economía, pasó el trago de presentar los peores datos de la historia reciente. Ambos insisten en las señales optimistas de los índices adelantados. De ser así, este primer trimestre para olvidar supondrá una inflexión y la evolución del PIB será a partir de ahora menos dramática. Para ello, sin embargo, han de buscar fórmulas que incentiven la inversión, empezando por garantizar el crédito a las empresas y a las familias.

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