Brotes verdes y economía 'verde'
En los últimos días, y tras meses de discursos catastrofistas y a veces apocalípticos, algunas voces muy autorizadas han comenzado a cambiar el signo del lenguaje y han empezado a acuñar algunas frases donde el término verde se va filtrando entre tanta tiniebla. Tanto el FMI, como el BCE e incluso el gobernador del Banco de España han elucubrado con el surgimiento de brotes muy iniciativos en la coyuntura económica que pueden devolver algo de ilusión a los consumidores nacionales e internacionales.
Este discurso se une al brillante golpe de timón que impulsó el presidente Zapatero en el debate del estado de la nación finalizado en la jornada de ayer. De nuevo surgió el vocablo verde para insuflar optimismo en una población algo huérfana de dirección estratégica ante la magnitud de la crisis y que supuso, en esencia, la constatación que en algunos temas, ayer fue el inicio de un nuevo paradigma económico de este país.
Sin entrar a valorar quién ganó el debate, algo un tanto infantil, lo que se puso de manifiesto es que hay dos modelos muy claros de política económica visualizados claramente en el hemiciclo. Por un lado, las propuestas del Gobierno van en la dirección de crear un marco de discriminación positiva que permita la transición ordenada hacia un nuevo patrón de crecimiento. Enfrente, una nebulosa balbuceante de propuestas inconexas, sin concreción y que en algunos casos, como en la ampliación de la deducción por compra de vivienda, ahondaría en el principal problema de nuestra economía: la propia estructura económica del país. Por supuesto, y como algunas instituciones y economistas algo alejados de la realidad, la impronta de la reforma laboral como panacea flotó sobre el hemiciclo sin que se supiera en qué consistía dicha modificación de las normas laborales propuesta por el principal partido de la oposición.
El primer elemento en el que acertó el presidente fue en el diagnóstico del principal mal que nos aqueja. æpermil;ste no es el funcionamiento del mercado laboral, sino que es una consecuencia. Es decir, la dirección de causalidad del fuerte aumento del desempleo va desde el patrón de crecimiento que explica buena parte de la variación del incremento del paro. Frente a esto, se contraponen muchas voces que abogan por modificar la estructura del mercado de trabajo, lo que por generación espontánea provocará un cambio de modelo de crecimiento económico. La virtud de estimar bien la dirección de causalidad es que se pueden poner los instrumentos al servicio de la economía para que, junto a las propias fuerzas del mercado, discriminar positivamente y migrar hacia una nueva economía, la llamada economía verde.
Las propuestas esgrimidas por el presidente tienen algunos elementos coyunturales, bajadas de impuestos selectivas para una determinada población empresarial o algunos fondos de inyección económica, pero sustancian algunas medidas de amplio calado que nadie se había atrevido a plantear en este país. De las medidas de corte estructural merece la pena comentar fundamentalmente dos. Por un lado la eliminación de la desgravación fiscal de la compra de vivienda, y por otro la creación de un fondo, y una ley, de economía sostenible o verde. En el caso de la desgravación de vivienda, se elimina un privilegio y una rémora para el verdadero cambio de modelo productivo que necesita este país. Muchos lo apoyamos, y desde aquí extiendo una felicitación muy especial a Economistas 2004 y en particular al hoy ministro de Industria, y con ello se elimina uno de los vestigios más arcaicos y menos eficientes que aún sostenía nuestro ordenamiento fiscal. Además, se iguala el beneficio fiscal que queda, para rentas bajas, entre compra y alquiler de vivienda. Esto unido al establecimiento de un periodo fijo de fin de este privilegio, y bajo la hipótesis de expectativas racionales, puede provocar la reactivación de la demanda de vivienda y elevar el consumo a corto y medio plazo, sin apenas coste económico para el erario público. Esta recomendación de gente muy modesta, como yo, pero también de organismos como la OCDE, debería ir también apoyada de una modificación en la base del impuesto de plusvalía, lo que mejoraría la liquidez de las Haciendas locales. Por último, la apuesta económica por un fondo para el desarrollo de economía verde, energías renovables, movilidad sostenible y menos edificación y más apuesta por empresas alternativas a la construcción, ponen las bases de un nuevo modelo económico.
En conclusión, nunca un Gobierno estuvo más cerca de la realidad económica ni una oposición más perdida en un contexto de severa recesión como el que nos ocupa.
Alejandro Inurrieta. Concejal del Ayuntamiento de Madrid