Cuando el despido llama a la puerta, el coraje cotiza al alza
Ser positivo y crecerse ante los problemas ayuda a frenar el descalabro empresarial en tiempos de crisis.
Hay días en que las malas noticias pesan como una losa. Las negras previsiones de la Comisión Europea que auguran una salida larga y dura de la recesión; las cifras de paro que siguen creciendo; o los rumores de cierre que perturban la actividad diaria de sociedades y factorías. Aquí y allí, caen las ventas, los presupuestos se congelan y ya no hay dinero para I+D.
No es sencillo trabajar cuando el virus de la crisis se propaga por la empresa. La productividad baja y cunde el desánimo. La competitividad se resiente, precisamente cuando resulta más necesaria. "En momentos como el actual hacen faltan líderes y empleados resilientes, y si no los tenemos, las organizaciones deben formarlos", propone Antonio Rubio, Socio Director de Overlap Consultores.
Resiliencia: habilidad para demostrar fortaleza y flexibilidad ante los problemas. No se trata sólo de la capacidad de los individuos y las corporaciones para recuperarse cuando vienen mal dadas, sino de aprender, adaptarse y crecer frente a la adversidad.
Ser resiliente supone poder patearse la calle para atrapar clientes o investigar con poco presupuesto
Ser resiliente, pues, no es sólo poner al mal tiempo buena cara y pensar que el despido y el cierre no son el peor de los males... Significa patearse la calle para atrapar nuevos clientes, abrir nuevos mercados haciendo piruetas con las dietas y los presupuestos y olvidarse de gastar millones de euros en publicidad. Ser resiliente supone reflexionar sobre la utilidad del puesto de trabajo y reinventarlo, si es necesario. "O bajarse el sueldo, cuando uno es un alto ejecutivo. La austeridad retributiva es una excelente política de comunicación en tiempos de crisis", sostiene Javier Cantera, presidente de la consultora BLC.
En su opinión, las empresas necesitan hoy profesionales que hayan sufrido en su carrera, que conozcan el fracaso. Directivos y empleados que no hayan saboreado siempre el éxito. "La creación de equipos compuestos por personas con competencias anticíclicas -resiliencia, reflexión, austeridad, cooperación y orientación a las personas- es el mejor antídoto contra el virus de la recesión", anuncia. Al mando, o en el pelotón, estos profesionales saben bandearse en la adversidad, no se dejan llevar por el desánimo a pesar de las presiones del entorno y prefieren la cooperación a la competencia. "Y son transparentes en sus actuaciones. Las políticas de ocultación perjudican seriamente la salud de las organizaciones. Cuando comienzan a propagarse los rumores se pierden los mejores trabajadores, las personas que tienen posibilidad de encontrar otro empleo abandonan la compañía antes de que se produzca la deriva", asegura el psicólogo Jordi Tous, profesor de la Universidad Rovira y Virgili.
Pero a juicio de Antonio Rubio, de Overlap, no resulta fácil dar la vuelta a la cultura empresarial imperante: competitividad, éxito, resultados a corto, imagen y logro. Por eso, propone la implantación de lo que los psicólogos llaman un itinerario de desarrollo de nuevas competencias, especialmente de la resiliencia, un valor imprescindible en el contexto actual: vídeos, lecturas, artículos... e incluso la creación de un blog que divulgue los valores que hacen resistentes a las organizaciones.
Javier Cantera defiende también la conveniencia de poner al mando equipos que reflexionen e introduzcan tranquilidad en la gestión - "No hay que correr sin saber adónde se va"-, ejecutivos que se olviden de cuotas de mercado y objetivos a corto, y apuesten por la cooperación y las alianzas. Profesionales que centren sus esfuerzos en lo importante y despojen la empresa de cualquier capricho de imagen.
Por último, César Fernández, director asociado de Norman Broadbent, aconseja tomar distancia de las cosas, recordar que la crisis no tiene por qué ser igual para todos y no dejarse llevar por el pánico. "Hay que ser positivos, centrarse en lo que uno puede hacer y recordar que sigue habiendo oportunidades de negocio, aunque tal vez estén en otro mercado. No es una reflexión retórica. Es la realidad", apostilla.
La oportunidad de hacer un parón en la carrera
Con el despido llega el duelo laboral. El profesional resiliente lo encara con fortaleza y resolución, "el pesimista rumia constantemente sobre lo que pudo ser y no fue", dice Javier Cantera, presidente de la consultora BLC. "Sólo habla de su antigua empresa y sólo se relaciona con los viejos compañeros. Una equivocación", asegura. A unos, este malestar les dura unos días, otros pasan meses sumidos en la nostalgia.Los psicólogos aconsejan no hacer entrevistas mientras dura el duelo, y ventilar emocionalmente la tristeza. Hablar y asumir que uno no siempre es responsable del despido. "Es un momento excelente para pensar qué quieres hacer con tu vida. Y recordar que siempre se puede dar una feliz coincidencia y lograr un empleo mejor", señala César Fernández, director asociado de Norman Broadbent.Los consultores no recomiendan precipitarse en la elección de un nuevo trabajo. "Hay que ser muy reflexivo a la hora de dar este paso. Es verdad que la competencia es grande, pero también hay que valorar las propias capacidades y aptitudes", dice el psicólogo Jordi Tous.A todos los expertos consultados les parece muy refrescante hacer un parón sabático. Y estudiar, dentro o fuera de España. De hecho la demanda de másteres y MBA ha crecido un 50% en los últimos meses. O trabajar en el extranjero. "Para ganar nuevas experiencias profesionales", insiste Cantera.