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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La alargada espera de la prueba del algodón en la banca de EE UU

La única conclusión que se puede sacar sobre este retraso es que los reguladores y la Administración quieren hacer esto bien desde el principio". De esta manera, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, trató de quitar importancia al hecho de que, una vez más, se haya decidido retrasar la presentación pública de los resultados de los stress tests (o pruebas de fortaleza) hechos a la gran banca de EE UU. Las notas de este examen no se conocerán hoy, como se anticipaba hasta el viernes, sino el próximo jueves por la tarde tras el cierre de los mercados.

El motivo fundamental de este retraso es que alguno de los 19 bancos que han tenido que pasar este examen están disputando el resultado con los reguladores y no quieren sacar la cartilla hasta que se haya agotado todas las posibilidades de negociar la nota. Porque eso es lo que está en disputa, la nota. A pesar de que los stress tests, en teoría, no son un ejercicio que se pueda "suspender".

La Administración ya ha dado a entender que ninguno de los bancos va a colapsar, independientemente del resultado de esta prueba, algo que ha hecho que los analistas más escépticos rebajen la importancia de esta evaluación hecha sobre billones de dólares en activos en un tiempo récord y por un número muy reducido de personas. "Más de 150 personas", dijo sin precisar, pero dando una pista, la Reserva Federal hace una semana.

Warren Buffett, uno de los grandes accionistas de Wells Fargo dice que este banco pasa el examen, con nota.

En realidad, y en teoría, es un diagnóstico necesario para conocer la verdadera salud de la banca y su evolución en una situación económica más adversa que la actual, una prueba que de al Gobierno la medida de lo que se va a necesitar de él en una segunda fase de intervención. De hecho, después de conocerse los resultados, los bancos tendrán un mes para presentar al Gobierno un plan de trabajo que deben poner en marcha en unos seis meses. Algo similar, aunque con un plazo mayor, que lo que está pasando con la industria automovilística.

Esta herramienta necesaria para la Administración es también un arma de doble filo porque va a exponer la debilidad de, al menos, una parte de la banca y en vez de transmitirse confianza puede acabarse en una situación que sea exactamente la contraria. Esa es, en suma, una información que se tiene que gestionar con guante de terciopelo.

Pero eso será en una segunda fase. En la actual, en la de la disputa del examen, los guantes están siendo los de boxeo y desde algunas entidades, y según se está filtrando estos días, se está peleando en todas las esquinas del cuadrilátero por la nota.

Los principales contendientes de los examinadores son, como suele ser en estos casos, las entidades que se perciben como más débiles, en este caso Bank of America, Citi y, según otros informes, Wells Fargo y PNC Financial. Se presume que todos ellos van a necesitar ampliar capital, algo que en estos momentos no es muy fácil, o convertir las acciones preferentes (incluidas las de titularidad del Gobierno) en comunes. Es una situación que convertiría al Estado en el mayor accionista de algunos bancos, notablemente de Citi y de Bank of America. Un analista de FBR Capital Markets Corp., Paul Miller, afirmaba que serán 14 los bancos que tendrán que buscar más capital.

Según adelantaba este fin de semana The Wall Street Journal, la prueba el algodón hecha en Citi revela que esta institución va a necesitar unos 10.000 millones de dólares en nuevo capital. El banco capitaneado por Vrikram Pandit está en desacuerdo y trata de convencer a los reguladores que la venta de activos que tiene planeada va a permitirle llegar a los ratios de capitalización que se les está demandando.

Sin ir más lejos, el pasado lunes anunció la venta de su broker japonés por 7.900 millones de dólares (5.950 millones de euros) algo que permitirá que su capitalización tangible aumente en 2.500 millones de dólares. La entidad quiere que los reguladores tengan en cuenta su política de desinversión -es decir, un imponderable- a la hora de estimar sus niveles de este tipo de capitalización, que es en la que se están basando los tests, y resulta ser la mejor y más conservadora medida para estimar el valor de la entidad para sus accionistas comunes.

Bank of America, uno de las entidades que más expuesta se ha quedado y que como Citi han requerido más capital del Estado, también está intentando cuadrar sus cuentas con las que tienen los autoridades. Mientras, Warren Buffett, uno de los accionistas más importantes de Wells Fargo, señaló el sábado en la junta de accionistas de Berkshire Hathaway, que él mismo tiene hecho el stress test de esta entidad y que lo pasa con buena nota.

Curiosamente, las disputas sobre los tests llegan en un momento en el que, en general, la banca ha sacado pecho con unos resultados positivos en el primer trimestre y algunas entidades están empezando a discutir al Gobierno su intervención.

Las cuentas del primer trimestre son muy difíciles de repetir, y una vez se examinan de cerca revelan que lo peor no ha pasado y que nuevas debilidades propias del ciclo económico (en especial las provisiones hechas por Bank of America para cubrir la morosidad). Con todo, algunos bancos como Goldman Sachs y JP Morgan, los que se anticipa que tienen un balance más estable, han empezado a rebelarse y más allá de verse afectados por estos exámenes empiezan a protestar los planes de la Administración para eliminar de sus cuentas los llamados activos tóxicos con el plan de inversión público privada (PPIP, en sus siglas en inglés) que ha preparado el Tesoro de Tim Geithner. Dicen que no quieren venderlos (y menos al descuento que se prevé que haya) e insisten en devolver a Washington el dinero que les concedió la Administración de George Bush.

Está por ver cómo resolverán las disputas el Tesoro y la Fed, pero en ahora que empieza a calar la percepción de que la crisis financiera se enfría, su papel, se complica.

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