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A fondo

GM busca una vía que asegure su futuro

Hasta hace un año era difícil digerir una frase en la que se leyeran juntas las palabras General Motors y suspensión de pagos. Ahora, el debate se centra en el cuándo y el cómo. La centenaria automovilística lleva meses sobreviviendo gracias a la respiración asistida de un Gobierno que se ha visto obligado a ponerse el casco de bombero y empresario para intentar sacar del agujero a una empresa capital en la estructura de la industria de la automoción, el sistema sanitario y las pensiones en EE UU.

El Gobierno ha dado un ultimátum a la compañía para cerrar un plan de viablidad con sus acreedores. Si no hay plan, la suspensión de pagos se instará el 1 de junio. Pero puede que ocurra antes porque las negociaciones con los bonistas y los sindicatos para la renegociación de la deuda (que se eleva a unos 59.000 millones de dólares, unos 44.140 millones de euros, sin contar con los 13.400 millones que se deben al Gobierno) no parece que vayan dando frutos.

Representantes del Tesoro, que han contratado como asesor a Boston Consulting Group, están en Detroit desde la semana pasada para analizar la situación y la puesta en marcha de esta suspensión de pagos, un proceso que separe los activos buenos de GM de los malos y que permita emerger una empresa saneada de este procedimiento en apenas 15 días. Es previsible que los activos malos se queden enquistados en este procedimiento como ocurre con otras empresas similares, en concreto Delphi, fabricante de componentes, ex filial de GM y en bancarrota desde 2005.

Un equipo del Tesoro analiza la suspensión de pagos

Las acciones de la matriz de Opel se desplomaron ayer en Bolsa tras conocer algunos detalles de este plan de GM buena y GM mala ofrecidos por The New York Times. El problema para los inversores no es sólo el correctivo a los bonistas (el que pueda sufrir el sindicato preocupa menos, o nada, en Bolsa), sino que además tienen sus dudas sobre la suspensión de pagos.

Para empezar porque es muy difícil instar el procedimiento ante el juez y tenerlo resuelto en 15 días para la GM buena por mucho que esté preacordado antes de llegar a la puerta del tribunal. El Gobierno quiere asegurarse de que una vez bajo supervisión judicial la crisis se agrave más. Por eso, la Administración concederá garantías a los clientes y financiación durante el proceso. Nada de esto impide que la suspensión de pagos no se alarge durante varios meses como poco.

Existe una salida que puede ser relativamente rápida, a prueba de bonistas, a través de una provisión en la ley de bancarrotas que es la llamada Section 363 que permite a la compañía vender sus mejores activos y marcas a la nueva GM buena. La vía 363 puede ser la utilizada en este procedimiento pero aún se tiene que ver cómo funcionaría en la práctica la relativa rapidez que ofrece, dado el tamaño y los compromisos de la empresa.

Por otro lado, ¿qué es una GM buena? La centenaria empresa de Detroit tiene marcas importantes como Cadillac, Buick, o Chevrolet y un importante pie en China que puede conservar. ¿Pero es suficiente?

La automovilística que surja de esta crisis será mucho más pequeña que la que entró y eso es un problema porque incluso con los recortes de costes y deuda, GM va a necesitar un gran volumen de ventas. Sólo así se consigue una rentabilidad que le asegure su ruta al futuro tras este delicado trance. Y este no es el mejor momento para contar con un buen mercado.

La empresa, ahora dirigida por Frederick Henderson, no solo necesita un buen arranque sino también una buena trayectoria en una carretera que demanda mantener muchos equilibrios. El primero es no ser demasiado pequeña como para perder las economías de escala. Es el caso de Chrysler. Y esta marca ahora solo tiene una salida, la fusión con Fiat.

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