Italia, ante el fin del secretismo
Puede que el fin de los paraísos fiscales avergüence especialmente a Italia. Se estima que los fondos italianos allí colocados podrían suponer hasta un tercio de su PIB. Durante décadas, los sucesivos gobiernos han dejado filtrar por la frontera importantes cantidades de rentas públicas. Es el momento de recuperar parte de ellas.
Estudios gubernamentales e independientes estiman que puede haber entre 500.000 y 600.000 millones de euros colocados en paraísos fiscales. Suficiente como para comprar todas las compañías que cotizan en la bolsa italiana, y aún sobrarían 100.000 millones.
El ministro de Economía, Giulio Tremonti, ya intentó acceder a dichos fondos anteriormente. Consiguió atraer 80.000 millones entre 2001 y 2003 mediante una amnistía. Pero entonces sólo se pretendía atraer el dinero hacia casa, y no engrosar las arcas públicas. Sólo con cobrar un 2,5% en impuestos, el Gobierno hubiese obtenido unos 2.000 millones.
A Tremonti le bastaría ahora con atraer el dinero a Italia. Se espera que el déficit fiscal italiano llegue al 4,7%. Está claro que el dinero del crimen organizado no regresará al país. Pero los italianos de clase media pueden leer las noticias sobre la erosión del secreto bancario en los paraísos fiscales. Y el mensaje les llegará a todos. Mejor pagar algo de impuestos ahora de manera segura que ser fuertemente penalizados en un futuro.
Alemania ha considerado imponer un 25% de impuestos a los fondos que regresen al país. Eso seguramente sea demasiado para los italianos, pero la imposición de un 15% sobre los fondos en paraísos fiscales y un flujo de capital de 300.000 millones volviendo para casa serían suficientes para cubrir las dos terceras partes del déficit previsto para este año.
Esta medida podría ser un tanto ambiciosa. Los emprendedores se pueden continuar sintiendo tentados de cruzar la frontera con su dinero en vez de tener que pagar impuestos. Pero resulta innegable que el momento es bueno para que el Gobierno le eche un vistazo a los bolsillos de más de uno.
Por R. Sanderson