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Tribuna
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Cajas y confianza

Tras 173 años de actividad, las cajas de ahorro españolas lideran la actividad bancaria de concesiones de créditos y captación de recursos ajenos en España. Pese a la crisis, en la que la tasa de morosidad aumenta, sus recursos propios representan más del 6,6% de los activos totales medios, mostrando una gran solvencia. Desde su liberalización en 1977, las cajas no sólo no han perturbado la estabilidad financiera española, sino que han contribuido a la mayor competencia y eficiencia del sistema bancario español.

El modelo de gobierno de las cajas de ahorros y su estructura de propiedad son las principales diferencias frente a otras entidades financieras, aunque realizan similares actividades en la captación y cesión de productos y activos financieros. Las cajas, en tanto que fundaciones, son empresas con un objetivo (misión) social, pero en la economía española, crecientemente dual, estas mismas cajas, principalmente a través de su obra social, pero también del mero establecimiento de sus oficinas, han suministrado servicios financieros y generado una verdadera vertebración geográfica en zonas que, de otro modo, estarían en plena exclusión social. Han provocado, pues, el desarrollo de fundaciones en el resto de entidades financieras, motivadas por desarrollar políticas de acción social por todo el territorio español, no sólo en las zonas más rentables económicamente.

Pero llegó la crisis financiera de 2007, y su complejidad ha supuesto que las medidas gubernamentales para suministrar liquidez al sistema financiero, dentro y fuera de nuestras fronteras, se demoren más de lo previsto. A ello hay que añadirle los problemas de concentración geográfica y sectorial de riesgos para la Caja Castilla la Mancha (CCM) y la fusión frustrada con otras cajas de ahorros (Ibercaja o Unicaja), teniendo que renunciar a la solución de los problemas de liquidez entre los operadores privados y precipitando la intervención del Banco de España del pasado domingo a través de un aval público de 9.000 millones de euros.

Nos enfrentamos, pues, a una situación financiera aparentemente delicada, con desfases en la CCM valorados inicialmente por su auditor en unos 3.000 millones. La resolución de esta crisis -de momento, aislada- dependerá mucho de la celeridad y el tino con el que el Banco de España sanee su balance y negocie su posterior reubicación en el sector financiero sin que cunda el pánico.

El futuro del sistema financiero español será más preocupante en tanto que la falta de transparencia de las autoridades financieras genere un recurso creciente de los ahorradores hacia la retirada de fondos -injustificada- de las entidades financieras, y en especial, de las cajas de ahorros. Toda entidad financiera basa su actividad en la gestión de la confianza. Su pérdida o un quebranto de la misma podrían precipitar más intervenciones dado que la economía se basa en las expectativas de sus agentes, y en los momentos de crisis ni la racionalidad ni el sentido común son tan frecuentes como deseables.

Isabel Giménez Zuriaga. Directora general Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

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