Hacia un déficit fiscal del 8% del PIB
Conforme el Gobierno va contando con más datos sobre la recaudación tributaria del año en curso más se da cuenta de que las previsiones realizadas en enero, que corrigieron a su vez a la baja las incluidas en los Presupuestos del Estado, son papel mojado, a tenor de la debilidad de la demanda interna, que fuerza a la baja los ingresos obtenidos por impuestos. Pese a que oficialmente, el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, mantiene en público que esas previsiones siguen siendo válidas como hace tres meses, hay ya técnicos en el Ministerio de Economía que trabajan con un escenario presupuestario más pesimista, en el que se reconoce que se alcanzará este año un déficit fiscal del 8% del PIB (81.000 millones) para el conjunto de las administraciones públicas (Estado, Seguridad Social, comunidades y municipios), lo que supone más de dos puntos por encima de la estimación realizada hace apenas dos meses (5,8%). Del mismo modo, el equipo del vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, está perfilando un escenario macro para 2010 en el que el techo de gasto del Estado, que se hará público en mayo, deberá ser lo suficientemente elevado como para financiar el fuerte aumento de las prestaciones por desempleo pero lo suficientemente ajustado como para ir corrigiendo el déficit fiscal, ahora muy por encima del límite establecido por Bruselas (3% del PIB). Aunque ayer, la Comisión Europea dio dos años más de plazo (hasta 2012) para que España sanee sus cuentas y ponga los números rojos, al menos por debajo de ese 3%, Solbes es consciente de que el ajuste en el gasto presupuestario debe realizarse en cuanto se vislumbre los primeros indicios de recuperación económica. Y aquí está el dilema, porque síntomas de recuperación no hay por el momento, y a lo que sí se asiste es al aumento del gasto público a través de los llamados estabilizadores automáticos y de los planes de estímulo fiscal. Países de referencia como Francia, Alemania y Reino Unido se encuentran en ese debate sobre si merece la pena elevar más el gasto público. El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, avisó ayer de que Reino Unido tendrá déficits muy grandes en los próximos tres años 'por lo que lo sensato sería ser cauto a la hora de ir más allá en la adopción de medidas que signifiquen expandir' más el déficit. Un déficit británico, que según las previsiones del FMI, llegará al 11% del PIB en 2010. Con las previsiones de gasto desbordadas por toda Europa, incluida España, a Economía sólo le queda estimar lo mejor posible la evolución de los ingresos y controlar al milímetro la eficiencia de las políticas anticíclicas, a la espera de la ansiada recuperación. Llama la atención cómo ayer el Congreso acordó la creación de una oficina de control presupuestario, algo que llevan pidiendo los partidos desde hace años y que nunca se habían puesto de acuerdo. El problema será ahora ver si ésta tiene carácter independiente o si sólo sirve de arma política arrojadiza.
El desfase en Reino Unido puede llegar al 11%