Asalto al sector privado en Latinoamérica
La nacionalización del Banco de Venezuela, filial del Banco Santander, por parte del Gobierno venezolano es sintomático. Cuando un bien dirigido banco español de un amistoso país socialdemócrata no puede mantener sus activos es que la inversión extranjera se ha hecho imposible. Desafortunadamente, una zona muerta que está replegando la globalización y el sector privado se está extendiendo país por país a través de Latinoamérica.
Después de que el movimiento privatizador lograra imponerse alrededor de 1985, el mundo se hizo más seguro para la inversión extranjera. Tanto los países orientados al libre mercado como los socialdemócratas se dieron cuenta de que la inversión directa extranjera traía prosperidad y dejaba la tecnología local y el empleo a niveles internacionales. Brasil, con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y Chile, desde 2000, tienen nominalmente Gobiernos socialistas, aunque la inversión privada se ha asegurado y el crecimiento económico ha sido considerable.
La llegada de Hugo Chávez a Venezuela en 1998 y el colapso económico de Argentina en 2001-2002 cambió esto. Chávez ha culpado al capitalismo y a la explotación extranjera del persistente bajo rendimiento económico -la productividad laboral cayó un 17% desde 1970 hasta la llegada de Chávez en 1998, en gran parte debido a la corrupción en el país-. Los Gobiernos argentinos de Néstor Kirchner y su esposa y sucesora Cristina Fernández culparon al neoliberalismo del mediocre rendimiento económico de Argentina en los colapsos de los noventa y de 2001.
Chávez y los Kirchner alentaron una reversión de la tendencia globalizadora y llegaron a ser marcadamente hostiles para con los inversores extranjeros. Argentina ha nacionalizado las pensiones privadas, su principal aerolínea y varias utilities y ha anunciado su intención de tomar el control del mercado del grano, la principal actividad exportadora del país. Venezuela ha ido más allá, engullendo 30.000 millones de dólares de operaciones petroleras, su empresa de servicio público eléctrico, su compañía de telefonía y su participación extranjera en compañías de acero y cemento.
Con el estímulo de Chávez, otros países han elegido Gobiernos hostiles a la inversión. En Bolivia, Evo Morales ha nacionalizado los hidrocarburos, las telecomunicaciones y las energéticas y ha prometido expropiar el sector minero. En Ecuador, Rafael Correa se ha tragado la industria del petróleo y una planta eléctrica, ha cancelado varias concesiones mineras a empresas extranjeras y ha dejado de pagar su deuda internacional sin ninguna necesidad económica para hacerlo. Nicaragua ha elegido un Gobierno chavista en 2007 y El Salvador eligió uno el 15 de marzo.
La zona muerta latina se está extendiendo. Y si la historia es una guía, la actual recesión sólo incrementará la atracción de los antiglobalización para los empobrecidos electorados. Los inversores deberían tener cuidado por si hay algo debajo del poncho de hierro.
M. Hutchinson